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Un año de la tragedia: el día que ELN explotó carro bomba en la General Santander

Hace un año, la escuela de cadetes pasó de ser un centro académico a un escenario de dolor y consternación.

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BLU Radio. Escuela de Cadetes de Policía General Santander / Foto: AFP
DANIEL MUNOZ/AFP

Pasadas las 9:00 de la mañana, el caos y la tragedia se tomó el corazón de la Policía. A las afueras de la Escuela de Cadetes General Santander, en el sur de Bogotá, uniformados en medio de la desesperación trataban de acordonar las instalaciones para crear un perímetro que alejará a los curiosos que llegaban hasta el lugar, las versiones indicaban que había otra bomba en los alrededores del área atacada.

Mientras tanto, desde la puerta principal de la escuela, en la parte de afuera, solamente se podía observar una llamarada de fuego que cubría una camioneta que quedó convertida en latas retorcidas después de la explosión, de hecho, algunas partes del vehículo lograron llegar hasta la Autopista Sur.

Lea también: A imputación de cargos comando central del ELN por atentado en la General Santander

La confusión se apoderaba del lugar, pero lo que nadie sabía es que minutos antes del atentado, José Aldemar Rojas habría pasado con violencia por encima de los controles de seguridad de la Escuela General a bordo de una camioneta Nissan Patrol, color gris, cargada con 80 kilos de pentolita, que después hizo detonar cerca a uno de los alojamientos donde permanecían los jóvenes cadetes.

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El ataque terrorista, perpetrado por el Ejército de Liberación Nacional, ELN, dio en lo que se considera el corazón de la Policía, pero sobre todo en el corazón de 22 familias que perdieron a sus seres queridos que, en su mayoría, eran jóvenes cadetes, deportistas, disciplinados y hasta con aspiraciones de llegar a ser altos mandos en la Policía. Entre las víctimas había una ecuatoriana.

Un año después del atentado perpetrado por el ELN contra la Policía Nacional, algunas familias de quienes perdieron a un joven cadete no han podido recuperar el rumbo, sienten que les quitaron un pedazo de vida y con el dolor cargado encima de sus hombros, han encontrado la fortaleza para seguir adelante y relatar cómo les ha cambiado la vida desde ese 17 de enero de 2019.

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Una de esas madres que ha tenido que sufrir la pérdida de su hijo es Claudia Peláez, mamá del cadete Diego Molina, ahora subteniente, luego de que le hicieran un ascenso póstumo; Diego tan solo tenía 20 años cuando murió en el atentado, era oriundo de Pereira y aspiraba con llegar a ser general de la República.

“Este año que acabamos de culminar fue demasiado doloroso, demasiado difícil, no es fácil sobrellevar una vida normal cuando te arrancan uno de los más preciados tesoros”, dijo Claudia Peláez, quien encontró en su otro hijo la fortaleza de seguir y sonreír; aunque insiste en que la pérdida de su hijo fue como si le hubieran arrancado media vida.

Sin embargo, resalta que desde que perdió a su hijo ha recibido ayuda del Gobierno.

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“Como cuando el presidente presentó un proyecto al Congreso donde aprobaron celebrar el 17 de enero como el Día Nacional del Cadete, también quedó el ascenso póstumo que ya fue un hecho el pasado 23 de diciembre y con eso viene la pensión póstuma a los padres. Además, lo de la niña ecuatoriana que quedó como una subteniente colombo ecuatoriana", manifestó.

De esa forma, la cadete Érika Chicó pudo pasar al grado de subteniente por medio del ascenso póstumo, para que su familia pueda recibir la pensión, pero entre las historias que dejó ese ataque terrorista, también aparece la de Angie Carvajal, perdió a su hermano el cadete Andrés Carvajal y desde ese día nada ha vuelto a ser igual.

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“Mucho dolor por el acontecimiento, han sido días duros donde la ausencia de nuestro hermano es muy dolorosa para toda la familia, porque hemos tenido que luchar por la falta que nos hace él y por todos los chicos que tuvieron que sufrir ese momento”, aseguró Angie, quien hace un año se enteró del bombazo a la escuela cuando estaba en Chiquinquirá, mientras sus papás permanecían en Boyacá.

Un año después del atentado, la mujer le envió un mensaje al presidente Duque sobre el ELN.

“Que trate por lo menos de hacer algo que se vea reflejado, porque no solo ellos son inocentes que han pagado por algo que no tienen nada que ver, más adelante seguirán pagando muchas personas por una guerra que simplemente tiene arreglo y se puede solucionar”, expresó.

Pero en medio de la tragedia también aparecen los milagros y uno de esos fue el cadete Nixon Duván quien hacía parte de la Guardia de Honor y estuvo a escasos metros del lugar en donde detonó el carro; la explosión le causó varias heridas, ha tenido que pasar por varios procesos quirúrgicos y controles médicos.

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“Él recuerda de que cuando eso explotó, ellos no sabían qué pasaba, pero cuando abrió sus ojos y reaccionó, aferrado al fusil, él decía que todo lo veía negro, como pudo vio a uno de sus compañeros vuelto nada pidiendo auxilio, así que él se sostuvo sobre el fusil e hizo el esfuerzo de alzar a su compañero, pero la gravedad no le permitió”, recuerda Yolanda Sandoval sobre lo que su hijo le contó en su momento.

Entre los sobrevivientes a ese ataque terrorista también aparece la historia del cadete Jonathan Oviedo, protagonizó una escena particular el día del atentado, pues regañó a su familia al saber que habían llegado a la Escuela de Cadetes en medio de la tragedia. Él solo se preocupaba por la seguridad de su familia.

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“Hace un año prácticamente yo estaba fuera de mi casa, en una cita médica, cuando llegué mi familia estaba alterada y llorando, estaban con las noticias en todos los televisores prendidos informado que una bomba estalló en la General Santander”, relató Karol, la hermana de Jonathan, uno de los testigos que vio como explotó la camioneta.

 

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