al del laborista Tony Blair que al de su admirada Margaret Thatcher.
Su holgada victoria en las elecciones del jueves no había sido pronosticada por ningún sondeo y significa un segundo mandato consecutivo para los conservadores desde 1990.
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Cameron ya fue el primer ministro más joven en 200 años y el hombre que acabó con 13 años de gobiernos laboristas.
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Combina una imagen sonriente y moderna, como la de Tony Blair, y la determinación que se les supone a los conservadores de hacer el trabajo sucio de limitar la inmigración y cuadrar las cuentas públicas, algo que con la crisis se volvió importante para el electorado.
La determinación de cambiar las cosas caiga quien caiga, que caracterizó a Thatcher, no es la de Cameron: la inmigración no se redujo en su primer mandato, como había prometido, y las cuentas quedaron un poco más saneadas. El país, eso sí, crece a buen ritmo (2,5% en 2014).
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"Cameron es básicamente un conservador y en esa tradición no es muy dado a las grandes visiones", explicó Nick Clegg, el que fue su viceprimer ministro y líder de los demoliberales -socios minoritarios de la coalición de gobierno- hasta este viernes, cuando dimitió por los malos resultados electorales.
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"Si hubiera un deporte de relajarse sería campeón olímpico", dijo un colaborador suyo, nada detractor, a sus biógrafos.
"Es una extraña combinación", escribió su primo Harry Mount en The Sunday Times el domingo. "Un hombre inteligente y políticamente ambicioso en un cuerpo afable y poco amante de las complicaciones".
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AFP