La fiesta fue descubierta por funcionarios de la Oficina de Control Interno Disciplinario de la institución quienes recibieron la información a través de otros estudiantes, los cuales se percataron de la situación por el fuerte volumen de la música que salía desde uno de los salones del bloque F de la Facultad de Arquitectura.
Al llegar a ese lugar, fueron sorprendidos por lo menos 30 estudiantes de la institución, que según los informes de los órganos de Gobierno de la universidad, estas personas estaban bajo los efectos del alcohol, drogas alucinógenas y a su vez pudieron evidenciar que en medio de la rumba hubo prácticas sexuales.
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La fiesta se realizó luego de unos disturbios que se presentaron en el interior de la institución con los que conmemoraron once años de la muerte de cuatro estudiantes.
El rector de la institución, Carlos Prasca, calificó este hecho “como bochornoso” y confirmó que los jóvenes que participaron en la fiesta “son los mismos que tenemos identificados como adictos” los cuales se encontrarían dentro de los 40 estudiantes del alma mater en esta condición.
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“Hemos identificado a dos jóvenes pertenecientes a este grupo de consumidores, entre ellos una mujer de la carrera de educación física”, puntualizó el funcionario.
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Finalmente, Prasca aseguró que los asistentes a la fiesta eran mayores de edad y los mismos no habrían permitido el ingreso del personal de control disciplinario al aula donde se llevaba a cabo la fiesta.
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