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A las problemáticas de desempleo, aumento de vendedores ambulantes y de habitantes de calle por la llegada de personas desde Venezuela, se suman las disputas entre prostitutas colombianas y del vecino país por la tarifa de sus servicios.
Mientras que las colombianas pueden cobrar hasta 100 mil pesos por sus servicios, las bolivarianas cobran la mitad, lo que ha generado hasta agresiones físicas.
En promedio en una semana en el Valle de Aburrá, la Policía atiende hasta cinco ataques con arma blanca y peleas callejeras entre mujeres colombianas y venezolanas que se disputan los sitios tradicionales para la prostitución como el centro de Medellín.
Humberto Tobón, coordinador de la Mesa de Derechos Humanos del Valle de Aburrá, indicó que el fenómeno no es solo de mujeres, también de cientos de hombres que por falta de empleo llegan a los bares y hoteles.
Por su parte, el subsecretario de Derechos Humanos de Medellín, Carlos Arcila, dijo que la principal razón de disputa es “quién cobra más barato”.
Tanto a las autoridades de Medellín como a los defensores de Derechos Humanos les preocupa el fenómeno que ya catalogan como un problema de xenofobia.
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