Sigue la polémica alrededor de la fiesta clandestina desmantelada por la Policía al norte de Bogotá, en donde fueron sorprendidas 41 personas de fiesta, bebiendo alcohol y consumiendo alucinógenos, rumba convocada por redes sociales.
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Según el abogado defensor de las personas capturadas en flagrancia, Rubén Berrocal, “ellos no se reunieron para contagiar el COVID-19” sino que sencillamente estaban en un recinto privado y cerrado consumiendo alcohol, “y comenzaron a bailar, a gritar, a sentirse libres en medio de una opresión tan violenta como la de esta pandemia”.
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En palabras del letrado, eso no es un delito, ni está prohibido y hace parte de lo que muchas personas necesitan en el encierro obligatorio, de desestresarse.
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