Más de 5.000 mujeres han sido favorecidas con sentencias de restitución de tierras
Como en todas las zonas del postconflicto, lo que más necesitan las víctimas es infraestructura para poder comercializar los productos.
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En medio de los bombardeos, los disparos, los enfrentamientos entre paramilitares y guerrilleros, el tener que desplazarse por 12 años de su tierra, a Blanca Lilia Ibáñez nunca se le pasó por su mente que volvería a su tierra, sin embargo, en la actualidad cuenta con una hectárea para sembrar pimienta, yuca, plátano y maíz en la vereda La Esmeralda ubicada en el Valle del Guamuez, Putumayo.
Ricardo Sabogal, director de la Unidad de Restitución de Tierras, asegura que 5.000 mujeres como la señora Ibáñez han sido favorecidas con sentencias de restitución de tierras en todo el país.
Sabogal asegura que cuando se arrancó el proceso de restitución, el 25 por ciento de los reclamantes eran mujeres y el 75 por ciento hombres. “Ahora gracias un programa que ordenó la Unidad de Víctimas para mujer, en la actualidad el 40 por ciento de los reclamantes son mujeres y un 60 por ciento hombres”.
El funcionario precisa que en las sentencias de restitución en una familia se ordena que el 50 por ciento es para el hombre y el otro 50 para la mujer. “Que ellas ya no sean las convidadas de piedra a la hora de transar los bienes o a la hora de trabajar en los terrenos, sino que ellas sean socias, es decir que participan activamente del proyecto productivo”.
Antes de la alegría el calvario
Los constantes enfrentamientos entre paramilitares y guerrilla en la vereda La Esmeralda en el Valle del Guamuez, en Putumayo, fue el inicio del calvario para la familia de doña Blanca Lilia Ibáñez que le dejó además de un desplazamiento de 12 años la muerte de su yerno y la de un sobrino a manos de la guerrilla.
“Mataron a mi yerno que dejó un niño recién nacido, mataron a un sobrino; es muy duro recordar todo eso, nos desplazamos de nuevo y salimos a buscar trabajo donde nos lo dieran”, dijo la mujer mientas jugaba con un grano de maíz.
La travesía
Doña Blanca, que muy poco habla de sus dos hijos y esposo, dijo que durante 12 años se desplazaron a Buenaventura, al Cauca, y a Ecuador, buscando como sobrevivir. “Anduvimos por todos lados trabajando, buscando el pan de cada día para poder comer”.
Explicó que en esa época vivieron en un albergue de La Hormiga, Putumayo, por 22 días y con toda la gente de la vereda. “Teníamos que compartir los baños, la comida no era suficiente, la convivencia se volvió insoportable por eso nos fuimos de allí y comenzamos a sobrevivir.
El milagro
En medio de las necesidades, Blanca Lilia Ibáñez contó que se enteró del programa de restitución de tierras en donde se inscribió y ganó una sentencia para hacerse a una hectárea de tierra en donde en la actualidad produce pimienta, plátano, yuca, maíz, acelga, espinaca, tomate, repollo y cilantro.
“Fue una alegría para regresar a nuestra tierra. Ahora vivimos felices. El ambiente en la zona es bueno porque ya no hay violencia, vivimos tranquilos y cuidamos el medio ambiente”, dice con notable entusiasmo.
Lo que falta
Como en todas las zonas del postconflicto, lo que más necesitan las víctimas es infraestructura para poder comercializar los productos como es el caso de La Esmeralda en el Valle del Guamuez. “Por ahora no podemos comercializan los productos hacía otras regiones del país porque no hay la forma de poderlos sacar”.
Es decir, en la zona hace falta transporte, carreteras y puentes. “El Gobierno Nacional nos ha prometido que se va comercializar en otras regiones del país y que poco a poco se irá mejorando las carretas.