Navidad, una oportunidad de celebrar la vida con generosidad, amabilidad y perdón

Desde esta tribuna los invito a vivir a plenitud la Navidad y a ser, cada vez más, mejores seres humanos.

Alberto Linero
Foto: cortesía Instagram @PLinero

Desde la experiencia católica, este tiempo de Navidad -que tiene en el pesebre su gran expresión-, se ha vuelto una oportunidad para celebrar la vida, renovar el amor, generar procesos de reconciliación, juntarnos para apoyarnos en comunión y, sobre todo, desearnos lo mejor. Es una fiesta que le pertenece a todos los que desde estos valores tratan de construir un mejor presente que haga feliz el futuro. Es una fiesta para nosotros los creyentes que, desde los datos de la fe, tratamos de vivirla, y también para los no creyentes que encuentran una motivación especial en el espíritu navideño.

Es una negación de la soledad. La navidad es la afirmación de que Dios es un Dios-con-nosotros. Un Enmanuel. Uno que ha decidido estar siempre a nuestro lado desde adentro y desde afuera, llenándonos de su poder y de su alegría. Y a la vez es la decisión de cada ser humano de ser generoso, amable y solidario para construir relaciones fuertes que permitan un contexto de realización para todos.

Es una oportunidad para perdonar. Muchas veces necesitamos pretextos para hacer las cosas. Pues bien, Navidad es uno para perdonar. Nunca hay razones suficientes para hacerlo, esa es una decisión que se toma desde la gratuidad, desde el “me da la gana”. Sí, perdonar es un regalo y te lo puedes dar en este tiempo. Para eso no necesitas pensar mucho, sino tomar la decisión y mantenerte en ella. Recordar sin dolor es de lo más liberador que te puede pasar, y sin duda te ayuda a alcanzar la plenitud.

Pero también es una oportunidad para expresar nuestro compromiso con la justicia social, esa que nos invita a luchar porque todos tengan las condiciones mínimas para realizar su proyecto. No se trata simplemente de dar una limosna -que siempre agradece quien la recibe-, sino de esforzarnos porque haya verdaderas posibilidades para que nadie tenga que vivir en la pobreza; generar equidad en oportunidades.

Ese es el mejor compromiso de estas fiestas tan arraigadas en nuestro corazón y tradiciones. Desde esta tribuna los invito a vivir a plenitud la Navidad y a ser, cada vez más, mejores seres humanos.

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