Monseñor Rafael de Brigard nos invita a redescubrir el valor profundo del encuentro con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación. En un mundo marcado por el individualismo, el mensaje resalta la importancia de la conexión y la comunión como caminos hacia el crecimiento espiritual y humano.
Inspirados por el Salmo 137, el obispo nos recuerda que el alma agradecida es aquella que reconoce la misericordia y la lealtad de Dios, incluso en medio del peligro y la incertidumbre. “Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti. [...] El Señor completará sus favores conmigo; Señor, tu misericordia es eterna: no abandones la obra de tus manos", señala la cita.
Desde el Evangelio de San Lucas, el mensaje se centra en la petición de los discípulos: “Señor, enséñanos a orar”. Este clamor revela una necesidad esencial del ser humano de aprender a relacionarse íntimamente con Dios. A través del padre nuestro, Jesús nos enseña a situarnos como hijos ante un padre que es amor y misericordia.
La oración, según Monseñor, debe ser constante, sincera y confiada, un diálogo que expresa no solo nuestras necesidades, sino el anhelo de que se haga la voluntad de Dios en nuestra vida.
El mensaje llama a reconocer que el “pan de cada día” va más allá del alimento material. Necesitamos también el pan del amor, del perdón, de la esperanza y de la fe. Colombia, dice Monseñor, necesita más que obras físicas; requiere alimento para el alma, relaciones justas, familias fuertes, líderes sensibles.
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