Sarah y Gabriel Chrisman decidieron regresar a la época Victoriana tras no estar conformes en la época en la que nacieron.
Para comenzar compraron una casa construida en 1888 en Port Townsend, Washington, y han decidido involucrar en su vida cualquier instrumento característico de la época.
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No usan bombillos, en su lugar usan lámparas de aceite; para reemplazar el refrigerador usan cubos de hielo y un calentador de gas del siglo XIX, y Sarah, que es escritora, usa una pluma para plasmar sus pensamientos.
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La pareja hornea su propio pan y sigue al pie de la letra la dieta victoriana. Su biblioteca está llena de libros clásicos y el reloj de la casa es de cuerda. Sus cepillos tienen 130 años de antigüedad y se moviliza con su esposo en una copia de un triciclo de rueda alta de 1880.