Iglesia en Cali ayuda a resistir el hambre y el desarraigo al venezolano

Maritza López iba hacia Ecuador en busca de trabajo, pero decidió quedarse en Cali, ante el cierre de la frontera, al sur del país. “No ha sido fácil, no tenemos dónde estar y aquí hay muchos niños pasndo hambre”, afirmó.

Resaltó que no quiere que le regalen las cosas, sino que le den la oportunidad de mostrar que tiene todas las ganas para aprender, laborar y salir adelante. “Nosotros podemos, sólo pedimos una oportunidad para trabajar”, afirmó.

Ella no es la única. Con el desfile de miles de venezolanos por la capital del Valle hay cientos de historias que conmueven y revelan la difícil situación que viven personas que salieron de Venezuela, huyendo del hambre y la pobreza.

El sacerdote Jorge Andrés Segura, responsable de la atención al migrante a nombre de la Arquidiócesis de Cali, ha tenido que ver y vivir de cerca esa realidad desde el 2015, año en el que empezó, junto a un equipo interdisciplinar, la misión de hacer más fácil la estadía de población migrante.

“Ya son más de 15.000 personas atendidas desde que empezamos. Es una tarea no solo de asistencia sino de acompañamiento moral y psicológico que busca mitigar el desarraigo que enfrentan familias enteras”, dijo.

Una de esas estrategias se centró el auxilio alimentario por medio de más de 400 comedores comunitarios, en alianza con la Alcaldía de Cali.

“El comedor de ayuda humanitaria entrega 160 raciones diarias de alimento y atiende población en tránsito y población con vocación de permanencia. Van más de 30 beneficiados”, indicó.

Otra de las grandes ayudas se da a través del hogar de paso para el migrante, resaltó Segura.

De forma diaria, la iglesia asiste a 45 personas en una casa donde pueden dormir, comer, bañarse y lavar su ropa.

“El hogar de pasó se construyó para mitigar la emergencia y ayudar a que no caigan en situación de indigencia”, puntualizó.

El sacerdote, señaló que la labor humanitaria se centra también en el acompañamiento para que puedan retornas a sus territorios. Muchos, a pesar de la crisis que cruza Venezuela, se sienten mejor en su país.

La labor de la Arquidiócesis de Cali no sería posible sin el apoyo de entidades nacionales e internacionales, que unen esfuerzos para ayudar a quién más lo necesita, pues “cuando se trata de ayudar nunca es suficiente”.

En el Valle del Cauca, según Migración Colombia, hay más de 58.000 venezolanos de los cuales 44.000 están en Cali.