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En una odisea se han convertido las clases para más de 10.000 estudiantes de La Mojana y el San Jorge, en Sucre, donde los colegios, como el resto de la población, permanecen completamente bajo el agua.
Día a día, bajo la sombra de un árbol o montados en cualquier superficie donde el agua no moje los pocos cuadernos que les quedan, los alumnos intentan continuar sus estudios con talleres pedagógicos que les llevan los mismos profesores a sus casas tras desplazarse largas horas en canoa o sobre improvisados puentes de madera que la gente ha atravesado en las calles inundadas para poder caminar.
Solo quienes tienen la fortuna de contar con un celular a la mano y una óptima señal de Internet pueden aprovechar para despejar sus dudas o recibir una retroalimentación de sus docentes de manera virtual.
"Los estudiantes de La Mojana son una población dispersa, entonces a los docentes se nos ha permitido llevar hasta ellos material impreso con las guías. Luego se les da unos días a los niños para que trabajen los talleres bajo la orientación de los profesores, si se puede, a través de llamadas o mensajes de Whatsapp", manifestó Ubaldo Corrales, presidente de la Asociación de Educadores de Sucre.
Aunque las condiciones de infraestructura sean cada vez más complicadas, el propósito es evitar que se les vulnere el derecho a la educación a estos estudiantes de La Mojana y el San Jorge, donde las inundaciones ya dejan a más de 63.900 personas damnificadas.
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