El abogado Federico Arellano Mendoza, abogado y víctima dentro del proceso del avión de Avianca, se refirió en El Radar sobre la tragedia en 1989, y la teoría que conspira al interior de esta.
El trágico suceso del vuelo de Avianca ocurrió el 29 de noviembre de 1989, y cobró la vida de 107 personas. Cada año, la fecha recuerda no solo a las víctimas inocentes, sino también el contexto de violencia que vivía el país a finales de la década de los 80, cuando el narcotráfico alcanzó su punto culminante. A pesar de que se ha considerado que este atentado fue perpetrado por el cartel de Medellín liderado por Pablo Escobar, el abogado Federico Arellano, quien ha estado involucrado en este caso durante años, ha surgido con nuevos elementos que desafían la narrativa convencional.
En una reciente entrevista, Arellano explicó que su padre, Gerardo Arellano, fue uno de los pasajeros que perdió la vida en esa fatídica jornada. A lo largo de los años, ha trabajado arduamente para que el caso se reabra, basándose en la posibilidad de que lo que en realidad ocurrió pueda ser muy diferente de los relatos antes establecidos. Según Arellano, existen pruebas que sugieren que el avión pudo haber sido alcanzado por un misil tierra-aire, una declaración respaldada por el trabajo del exagente del FBI, Frederick Whitehurst, quien argumenta que no hubo explosivos en el avión, contradiciendo la narrativa del ataque terrorista.
“Es una historia muy larga. En el siniestro Avianca murieron ciudadanos americanos, por ese motivo adquirió competencia el FBI para adelantar investigaciones desde sus laboratorios para establecer cuáles fueron las causas de aquel suceso”, señaló Arellano.
Estos hallazgos han llevado a un resurgimiento en la investigación del caso por parte de la Fiscalía General de la Nación, que ahora estudia la posibilidad de que el ataque no haya sido un atentado terrorista, sino más bien un accidente relacionado con ejercicios militares en la región de Soacha. A medida que se acercan los 36 años de este incidente desgarrador, las víctimas y sus familias esperan que la verdad salga a la luz.
Los testimonios y las revelaciones continúan surgiendo, y las voces de aquellos que buscan justicia persisten en su lucha, una lucha por recordar a los que fueron perdidos, pero también por corregir la narrativa en torno a un evento que ha dejado huellas profundas en la sociedad colombiana.
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