Han pasado 34 años desde que el cartel de Medellín asesinó al magistrado de la Sala Penal del Tribunal de Justicia de Medellín, Álvaro Medina, el primero en la historia de Colombia en expedir un auto de detención en contra del temido narcotraficante Pablo Escobar Gaviria.
El crimen ocurrió a las afueras de su vivienda, ubicada en el barrio Calasanz, ante los ojos de su esposa, justo un año y medio después de que su familia recibiera múltiples amenazas de muerte.
Ricardo Medina, uno de sus hijos,
"Lo que queremos y lo que buscamos en una fundación que ya está constituida con los demás miembros y familiares de los magistrados y jueces asesinados, es que estos crímenes sean declarados de lesa humanidad y que podamos conocer después de muchos años, por muchos factores, la verdad y la justicia", expresó.
Medina fue una de las más de 6.000 víctimas que dejó la época de la narcoviolencia en el país.
El crimen ocurrió a las afueras de su vivienda, ubicada en el barrio Calasanz, ante los ojos de su esposa, justo un año y medio después de que su familia recibiera múltiples amenazas de muerte.
Ricardo Medina, uno de sus hijos,
recordó con dolor esa fecha y pidió que el crimen sea declarado de lesa humanidad.
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"Lo que queremos y lo que buscamos en una fundación que ya está constituida con los demás miembros y familiares de los magistrados y jueces asesinados, es que estos crímenes sean declarados de lesa humanidad y que podamos conocer después de muchos años, por muchos factores, la verdad y la justicia", expresó.
Medina fue una de las más de 6.000 víctimas que dejó la época de la narcoviolencia en el país.
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