La principal función del sistema de suspensión consiste en suavizar del terreno al amortiguar las irregularidades y evitar que los impactos incomoden a los pasajeros de carro. Al mismo tiempo que mantiene los neumáticos en contacto con la superficie de la carretera, proporcionando un nivel adecuado de comodidad y seguridad al conducir.
Además, la suspensión también permite controlar la dirección del vehículo y mantener la correcta alineación de las ruedas. Asimismo, es responsable de soportar la carga del vehículo y mantener la altura óptima del mismo.
Dada la importancia de este sistema, es crucial mantenerlo en buenas condiciones, realizando revisiones periódicas en el taller para verificar el estado de sus principales componentes, como los amortiguadores, muelles y rótulas. Además de estas revisiones regulares, existen ciertas señales de alerta que indican la necesidad de verificar si el sistema funciona correctamente. Estas señales incluyen:
- Rebote de más del vehículo.
- Frenos más largos de lo habitual.
- Cambios de estabilidad en situaciones como las curvas o al realizar frenadas fuertes.
- Desgaste excesivo de las llantas.
- Ruidos extraños.
- Desnivel del carro.
- Vibraciones en el volante.
En general, se recomienda revisar los amortiguadores una vez al año o cada 20.000 kilómetros y deberán ser reemplazados dependiendo del uso del vehículo y las condiciones de conducción habituales, aunque se sugiere hacerlo entre los 60.000 y 120.000 kilómetros.
Es importante hacer el cambio de ambos amortiguadores del mismo eje al mismo tiempo para evitar desequilibrios en el sistema de suspensión.
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