A pesar de recibir un amplio respaldo popular debido a sus políticas en contra de las pandillas, pero también enfrentando cuestionamientos relacionados con la concentración de poder y la legalidad de su postulación, Nayib Bukele formalizó su candidatura para la reelección en El Salvador.
Bajo un fuerte dispositivo de seguridad, Bukele y su compañero de fórmula, el vicepresidente Félix Ulloa, se presentaron en el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ubicado en el oeste de San Salvador. Allí, numerosos seguidores corearon consignas de apoyo, como "¡Nayib!" y "¡reelección!", según informaron periodistas de la AFP.
Bukele, utilizando un megáfono, destacó: "Estamos transformando la imagen de El Salvador, pasando de ser el país más inseguro del mundo a convertirnos en el más seguro de todo el continente". También reconoció que se necesita mejorar la salud, la educación, generar empleos y construir infraestructura en los próximos cinco años.
Con tan solo 42 años y una gran presencia en las redes sociales, Bukele es el presidente más popular de América Latina, con un respaldo del 90% de los salvadoreños, según una encuesta de la oenegé Latinobarómetro 2023 publicada en julio.
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Su popularidad se basa en gran medida en sus políticas de seguridad que han calmado a comunidades aterrorizadas por las pandillas, aunque esto ha venido acompañado de críticas por limitaciones a los derechos civiles debido al régimen de excepción vigente en el país desde marzo de 2022.
Hasta el momento, su popularidad parece asegurarle una ventaja considerable en las elecciones. Según una encuesta de la Universidad Francisco Gavidia en agosto, Bukele tenía una intención de voto del 68.4%, muy por delante del candidato de la derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena), con un 4.3%, y del izquierdista Frente Farabundo Martí (FMLN), con un 2.8%.
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En un país donde la reelección fue prohibida hasta la llegada de Bukele al poder, opositores, abogados y analistas consideran que su candidatura es inconstitucional, habilitada por magistrados nombrados por un Congreso bajo su control.
La victoria de Bukele en las elecciones de 2019 puso fin a 30 años de bipartidismo en El Salvador, cuando el país era uno de los más violentos de América Latina.
Ante un aumento de la violencia, Bukele implementó el régimen de excepción, que ha llevado a la detención de alrededor de 73,000 personas y la apertura de la cárcel más grande del continente para más de 40,000 reclusos.
Ciudades y barrios afectados por las pandillas, que se dedicaban a la extorsión, venta de drogas y homicidios, han sido cercados por miles de agentes de policía y militares.
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A pesar de las críticas de grupos de derechos humanos sobre el régimen de excepción, Bukele sostiene que El Salvador está experimentando una paz sin precedentes y que la "guerra contra las pandillas" no habría sido posible sin el control legislativo que brindó "gobernabilidad".
Para asegurar su continuidad en el poder, Bukele obtuvo una supermayoría en el Congreso en 2021, lo que le permitió destituir y reemplazar a cinco magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. En septiembre de ese mismo año, la nueva Sala interpretó los artículos constitucionales que prohíben la reelección y le permitió aspirar a un segundo mandato.
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A pesar de las críticas, Bukele ha minimizado las preocupaciones, afirmando ser "el dictador más cool del mundo".
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