En medio de un clima de creciente fricción diplomática, la descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos en materia de lucha contra las drogas ha encendido un debate que trasciende lo bilateral y se proyecta sobre la región.
Sandra Borda, profesora e investigadora de la Universidad de los Andes y experta en relaciones internacionales, analizó en una entrevista en Mañanas Blu 10:30 las implicaciones de esta medida y las contradicciones del Gobierno de Gustavo Petro frente al tema.
Para la académica, Washington busca dejar claro que ha regresado a una estrategia más rígida en el combate al narcotráfico. “Estamos con una administración que tiene muy pocas dudas acerca de la versión militarista, criminalizada, securitizada del problema de las drogas”, afirmó.
Según Borda, Estados Unidos envía un mensaje no solo a Colombia, sino también a Venezuela y otros países de la región: la lucha contra las drogas debe ser “frontal, comprometida y sin ningún tipo de dudas”.
Este endurecimiento choca con la postura ambivalente del Gobierno colombiano. Petro, recordó Borda, ha alternado entre el rechazo a la aspersión aérea con glifosato y la apertura a considerarla.
Antes de la descertificación, su administración buscaba mostrar compromiso con la cooperación estadounidense, pero después el discurso cambió hacia un tono mucho más crítico. “Lo que está haciendo Petro es una movida muy política: usar la descertificación para activar el discurso nacionalista y anti Estados Unidos”, explicó la investigadora.
Estados Unidos, sin embargo, dejó claro que no cerrará completamente el flujo de recursos, pues hacerlo implicaría un retroceso en los esfuerzos antidrogas en Colombia. La decisión se enmarca en un delicado contexto regional, donde el despliegue militar estadounidense en el Caribe genera tensiones adicionales.
“Es más un despliegue performativo, una mostrada de músculos”, opinó Borda, aunque advirtió que no se pueden descartar ataques puntuales contra objetivos vinculados al tráfico desde Venezuela.
La experta también destacó un cambio en la percepción de la opinión pública colombiana frente a Estados Unidos. “Colombia era probablemente el único país de la región en donde una crisis con Estados Unidos preocupaba a todos. Eso cambió. Hoy la gente empieza a decir que prefiere acercarse a China”, señaló. Esto, a su juicio, podría reducir la efectividad de cualquier presión política o electoral proveniente de Washington.
En conclusión, el pulso entre Bogotá y Washington no solo redefine la cooperación antidrogas, sino que abre interrogantes sobre el papel de Colombia en la geopolítica regional y sobre cómo la opinión pública reaccionará ante un escenario en el que los discursos nacionalistas ganan terreno frente a las presiones externas.