Vivimos en la época en la que todo tiene que ser grabado o fotografiado. Las cámaras de los dispositivos móviles han hecho que nos olvidemos de vivir con conciencia el presente, por querer dejar el momento fijo para el futuro o simplemente para poderle ostentarle a otros que hemos vivido esas experiencias. Incluso los momentos más íntimos pasan por el lente de muchos celulares, todo momento especial se convierte en bits y baits. Sospecho, e incluso me alcanza a molestar, que todo sea visto a través de los filtros de las cámaras y no se disfruten conscientemente los momentos. Pero, tal vez, lo más complicado es que las personas públicas terminan encarceladas en el mundo de las cámaras porque siempre habrá un fan que pida una foto o un saludo. En estos días, se ha hecho viral un video en el que reguetonero más exitoso del momento, Bad Bunny , es abordado por una fanática suya, quién le acerca un teléfono en la cara para tratar de grabar el momento, en una acción sorpresiva, el cantante le quita el aparato y lo lanza lejos. La mujer pasa de la felicidad de pensar que él mismo grabaría el momento a la desilusión cuando su móvil vuela por el aire. Al igual que ella todos hemos quedado atónitos, si bien es muy complejo dar una opinión sin todo el contexto previo al suceso, creo que lo poco que vemos nos permite reflexionar tres cosas:
1. No se puede endiosar a nadie. Todos somos mortales. Nadie puede ser adorado como un ser especial. Cuando se entiende eso se gestionan las emociones ante un artista y se puede tomar distancia y no decepcionarse de él.
2. Hay que saber respetar los espacios íntimos de los demás. Por muy famoso que alguien sea, no está sujeto a vivir a merced de su fanaticada. Nadie está obligado a dejarse tomar una foto en el momento que los demás lo exijan.
3. La decencia debe prevalecer, por molesta que sea la intromisión de la mujer, nada justifica la grosería ante alguien que pide una foto. Es posible que allí el reguetonero evidenció su nivel de educación.
Uno que se cree dios agrediendo a aquellos que lo han llevado al cielo, no es más que un humano básico, sin asertividad ni empatía.