Recuento de un viaje a nuestras raíces

Reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU

Alberto Linero
Foto: Alberto Linero

Llegamos a Aracataca y subimos 2 horas hacia La Sierra , en busca GÚNMAKU, un pueblo Arhuaco que sirve de lugar de paso para 1.300 indígenas dispersados por toda la región, en el que nos reuniríamos con la comunidad y las autoridades indígenas. La exuberancia de la vegetación, los riachuelos que interrumpen el escarpado camino, las aves coloridas que se posan en los árboles y los comentarios de Julio Torres Villafañe, el arhuaco encargado de la interculturalidad, lograron que el tiempo pasara rápido y así llegáramos a ese pueblo que es una imagen de la hibridación de estos tiempos: algunas construcciones occidentales como el puesto de salud, las aulas escolares, el comedor y el internado, al lado de pequeñas chozas de barro con toda la arquitectura de esta familia indígena.

Nos recibieron las autoridades y los “mamos” en un lugar de piedras que asemeja un ágora antiguo, en el que con sus rituales nos dieron la bienvenida y nos preguntaron por nuestras razones para estar allí. Me impresionó que la autoridad David Villafañe, con esa actitud típica de los líderes naturales, en su castellano trabado me saludó: “Padre Alberto Linero, es periodista y está en Blu Radio” haciéndome saber que en el lugar en el que está su casa, a dos horas caminando de allí, escucha nuestro programa. Sonreí y volví a sentir la fuerza de la radio y de lo que hacemos diariamente en esos lugares tan apartados.

No han tenido casos de COVID , ya que mezclan todas las medidas de bioseguridad impartidas por el gobierno con sus medicinas ancestrales; de hecho, nos ofrecieron una de esas bebidas hechas con plantas del páramo.

Recorrer el pueblo, ir hasta el río Tucurinca, almorzar con ellos y tratar de entender su cosmovisión, me hizo de nuevo valorar la importancia de saber quiénes somos, de tener clara nuestra identidad para poder desarrollarnos. Sentarme con ellos a mascar las hojas de coca; entender la función meditativa del poporo; ver cómo al saludarse, estos indígenas intercambian un manojo de hojas de coca, echándolo cada uno en la mochila del otro; escucharles que la naturaleza marca el ritmo de las decisiones y las acciones, por lo cual siempre hay que estar conectado con ella, fue un viaje al interior de mi propia identidad, y a la vez a comprender que no podemos ser indiferentes ante ellos y debemos luchar porque tengan las oportunidades para vivir dignamente.

Al regresar con Alcy y Juan Carlos, dimos gracias al lado de un centenario Macondo, árbol típico de esta región, que con su presencia nos recuerda que es mágica. Y como dirían ellos, "duni".

Escuche aquí la opinión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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