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Sentidas palabras de Linero a Adolfo Pacheco, el juglar de los Montes de María

Ni qué decir de “El viejo Miguel”, una poesía a su papá y a la decisión de emigrar del campo a la ciudad, en la que todos encontramos razones para agradecer la presencia del progenitor en la vida.

Albeto Linero
Albeto Linero
Foto: Blu Radio

Nos encontramos el año pasado en Santa Marta en un evento cultural. Como siempre lo encontré lúcido, con su palabra precisa y con los relatos memoriosos de sus canciones. Picaresco se burlaba de la enfermedad y me decía que se sentía muy bien. Alegre, con la sonrisa de una vida satisfactoria, cantó “Me rindo Majestad”, que para mí es una de las canciones vallenatas más hermosas y que trata de expresar la densa realidad del amor de pareja, que siempre se burla de todos los cajones en los que queremos encerralo.

Me refiero a Adolfo Pacheco, el Juglar de los Montes de María. El maestro de escuela, abogado de profesión, líder cultural, pero sobre todo, compositor, cantante y músico. Ese que, con la Hamaca Grande, que como dice Ariel Castillo, además de ser un himno fraterno, una serenata que le da un pueblo a otro para mostrarle su afecto, expresó también una protesta por el trato que los jurados del Festival Vallenato le dieron a Andrés Landero por ser forastero.

El que con el “Mochuelo” nos hace contemplar las aves propias de esos montes desde los cuales se ve el Golfo de Morrosquillo en forma de hamaca. O que con Mercedes, canción que disfrutaba el Nobel García Márquez por referencia a su esposa, innovó con un vallenato en el que la mujer también expresa su voz desde los valores con los que ve la vida.

Ni qué decir de “El viejo Miguel”, una poesía a su papá y a la decisión de emigrar del campo a la ciudad, en la que todos encontramos razones para agradecer la presencia del progenitor en la vida. O de Gallo bueno, que siempre me ha parecido una crónica cantada en la que se cuentan las extrañas situaciones que suceden en las calles de nuestros barrios, en los que acontece el amor en sus particulares características.

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Adolfo Pacheco es uno de los grandes maestros de nuestro folclor. Y por eso hoy le dedico estas palabras, para que sepa que en el Caribe lo queremos y admiramos, y para que desde su lecho de enfermo reciba una expresión cariñosa que lo fortalezca y lo ayude a sanar.

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