
Cada mañana, cuando se abren las puertas del Hospital Universitario de Santander, una joven de 23 años entra con paso firme y una sonrisa que parece contagiar a quien se cruce con ella. Se llama Linda Saray Gutiérrez Grimaldos y es mucho más que la auxiliar de gerencia del hospital es un ejemplo vivo de que la constancia, el amor familiar y la inclusión sí transforman vidas.
Linda tiene síndrome de Down, pero eso no ha sido una barrera. Al contrario, se ha convertido en su sello distintivo de ternura, disciplina y alegría.

“En el hospital yo trabajo, hago las pausas activas, me encargo de llevar los documentos a mi jefe para que los firme y cuando ya está firmada la carpeta se la doy a una compañera para que las revise”, cuenta con orgullo.
"Aquí el trato es muy bueno, me tratan con una sonrisa, súper bien", añade con esa calidez que la caracteriza.
Su historia comenzó con una entrevista de trabajo hace más de cinco meses. Nada fue regalado. Llegó, habló, convenció y desde entonces no ha dejado de brillar en su labor como auxiliar de gerencia. Además, estudia los sábados en las tardes para terminar su bachillerato.
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“Ya casi me voy a graduar y me van a dar una mención”, dice con entusiasmo.
En el hospital todos la conocen. Todos la quieren y su jefe directo, el gerente del HUS, Ricardo Hoyos, no escatima en elogios cuando habla de ella.
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“Linda tiene una formación de casa, es una persona súper respetuosa, y realiza las funciones propias de la gerencia como cualquier otra persona: recibe documentación, la folia, se encarga de asuntos de salud ocupacional, hace pausas activas con el personal, es mi 'mano derecha'”.
Linda Gutiérrez, una joven con síndrome de Down es la auxiliar de gerencia que hace cinco meses fue contratada en el Hospital Universitario de Santander. "Ella es mi mano derecha", dijo el gerente Ricardo Hoyos #VocesySonidos pic.twitter.com/9YTPiOwjtc
— Blu Santanderes (@BLUSantanderes) May 2, 2025
Pero Linda no está sola. En el HUS trabajan cinco personas con discapacidad, dos con discapacidad intelectual en labores administrativas, una con discapacidad auditiva en funciones operativas y administrativas, una con discapacidad física en tareas administrativas, y otra más con discapacidad intelectual en servicios generales.
Para el gerente Hoyos, la inclusión es una política que se vive. Él mismo es una muestra de ello. Tiene una discapacidad superior al 70%, resultado del conflicto armado interno tras 24 años como miembro del Ejército Nacional.
“Aquí no reclutamos a personas con discapacidad, los que están es porque cumplen el perfil y hacen su trabajo como cualquier otro”, afirma.
La inclusión en el hospital también abarca a la población LGBT+, a personas con esclerosis múltiple y a comunidades indígenas como los Arhuacos. Las instalaciones están adaptadas con señalización para no videntes, y las oportunidades laborales se abren sin prejuicios.
Linda Saray lo sabe, por eso, aprovecha cada espacio para animar a otros.
“Mis compañeros que me están viendo, que se animen, que trabajen, que salgan adelante”, dijo.
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Y mientras camina por los pasillos del hospital con su carpeta en la mano y una sonrisa en el rostro, Linda no solo entrega documentos, entrega esperanza.