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En muro 10 kilómetros de largo en la ciudad de Lima, capital peruana, separa a uno de los barrios más ricos de la ciudad de uno de los más marginales, y es por esto que es conocido en Latinoamérica como el muro de la vergüenza.
Comparten un mismo cerro y desde los años 80 separa a los poderosos de los habitantes peruanos que tienen menos poder adquisitivo en la ciudad. Para muchos es una bofetada a los pobres, para otros es un muro que protege a ajenos de la delincuencia.
“El tema fundamental es la indiferencia del estado. Es un fenómeno que se observa en muchos países de Latinoamérica, en donde nos manejamos con la ley del ‘viejo oeste’: cada uno se defiende como puede”. aseguró a Blu Radio Armando Mendoza, investigador de Oxfam, Perú.
A un lado del muro se encuentra el barrio Las Casuarinas, donde una casa puede llegar a costar 5 millones de dólares, al otro lado se encuentra Pamplona Alta, un barrio de invasión, donde las casas fabricadas en plástico y madrea cuestan 300 dólares.
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“El estado alega que como el barrio adyacente es de invasión, de migrantes y pobres, no tomaran iniciativas serias en términos de darles oportunidades de trabajo, ofrecerles acceso a servicios básicos, ni nada”, añadió el experto.
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Los habitantes del barrio ‘privado’ decidieron que era mejor para ellos delimitar los barrios, por eso financiaron parte del muro. De acuerdo a ellos en Perú se deben proteger a las personas que poseen recursos económicos de las invasiones, más no lo ven como rechazó a sus vecinos.
“Tenemos un Estado que lejos de integrar a la sociedad, contribuye a crear fronteras entre ricos y pobres”, concluyó el investigador.
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