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De la cárcel a la cocina: un caso exitoso de resocialización

A sus 38 años, Gilberto Forero Suárez es el fiel testimonio del poder de las segundas oportunidades.

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De la cárcel a la cocina: un caso exitoso de resocialización - Foto suministrada

En el año 2011, en un momento de desconsuelo y desesperación, cometió el delito de hurto agravado calificado y fue enviado a la cárcel por más de 5 años.

 

Su vida se partió en dos e incluso llegó un momento en que pensó en apagarla, hasta que comprendió que aún no debía rendirse.

 

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Primero llegó a la cárcel la Modelo y luego fue trasladado a un centro penitenciario en Florencia, Caquetá, donde midió su paciencia, su fortaleza y hasta su fe.

 

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“Perdí toda mi vida. Fue más duro todavía porque casi 3 años los mantuve bastante solos. La visita era imposible, ya que tenía que ser de dos horas y media y el transporte de allí a Bogotá son 12 horas y, por dos horas y media, no se justificaba nada”, narró en Blu Radio.

 

Pese a esa pesadilla que estaba protagonizando en vida, el hacinamiento carcelario y el encierro, recuerda con cariño que su madre lo visitó en dos ocasiones.

 

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“La madre a uno nunca lo deja abandonado”, destaca.

 

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Sin embargo, Gilberto logró encontrar en la lectura una forma de aprovechar el tiempo tras las rejas. Leía libros de superación y de psicología y aplicaba los consejos absorbiendo las cosas buenas que le aportaba esa experiencia.

 

Años más tarde, al recobrar su libertad, buscó a través de internet oportunidades para resocializarse.

 

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Fue allí cuando encontró a la Fundación Acción Interna, que trabaja para mejorar la calidad de vida de la población carcelaria y “pospenada”.

 

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Empezó a trabajar como cocinero en un ‘Food truck’ de comida rápida en Bogotá, llamado GoLupe, donde, además, atendía a los clientes. Luego fue contratado en un reconocido restaurante ubicado en el norte de Bogotá.

 

Lo que parecía un sueño se materializó: después de tanto esfuerzo, se graduó como bachiller académico.

 

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Luego de trabajar, Gilberto utilizaba su tiempo libre para estudiar de forma virtual y semipresencial en el Instituto Politécnico Nacional Latinoamericano, donde encontró otro refugio para progresar.

 

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“Recibí hasta medalla por compañerismo y felicitaciones. Lo que no pude hacer hace 20 años lo terminé ahora”, dijo con satisfacción.

 

 

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