Para la víctima, la caminata cotidiana por los alrededores de su casa, en el barrio Suramericana, se convirtió en toda una pesadilla.
La mujer de 77 años fue abordada por un sujeto con apariencia extranjera que estaba pidiendo supuesta ayuda para encontrar una dirección. Sin embargo, todo indica que, en su buena voluntad, terminó siendo drogada con escopolamina y obligada, a través de intimidaciones, a entregar sus pertenencias.
Y no solo entregó lo que tenía en casa sino que recuerda haber digitado las claves de sus cuentas bancarias, lo que llevó a que sus hijas verificaran que dos de ellas, donde conservaba los ahorros de toda su vida como maestra y ahora pensionada, estaban completamente vacías.
Hasta el momento, y pese a que las denuncias ya están instauradas, según la familia, no se le ha asignado un fiscal al caso que se suma a otro con las mismas características, ocurrido días antes.
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