Borja, el goleador triste: columna de Óscar Montes

Anoche Miguel Ángel Borja le hizo tres goles al Junior y lo eliminó de la Copa Libertadores. Pero el goleador del Palmeiras de Brasil no celebró ninguno de sus goles.

Todo lo contrario: los lloró. Cada gol que Borja le hizo anoche al Junior le dolió en el fondo de su corazón. Y le dolió por una sencilla razón: Borja es juniorista.

Borja, como miles de niños de la Región Caribe, también soñó con jugar algún día en el Junior de Barranquilla.

Pero ese sueño no lo ha podido cumplir. Desde que jugaba con una pelota de trapo por las calles polvorientas de Tierralta, Córdoba, su pueblo natal, Borja sueña con lucir la camiseta número 9 del Junior. Pero esa ilusión se sigue aplazando.

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Miguel Ángel Borja, elegido en 2016 como el Mejor Jugador de América por el diario El País de Montevideo, Uruguay, ha sido el 9 de muchos equipos en Colombia, desde el Deportivo Cali hasta el Atlético Nacional, pasando por el Cúcuta Deportivo, Cortuluá y La Equidad, entre otros. Todos, menos Junior, equipo al que quiere de verdad.

Antes de irse al Palmeiras, luego de ganar la Copa Libertadores con Nacional, quiso jugar en Junior, para cumplir con su sueño.

Pero tampoco hubo acuerdo con los directivos del equipo. Al parecer, Borja valía demasiado. Los directivos prefirieron invertir 3.5 millones de dólares en un jugador uruguayo al que apodan El Loco, quien anoche ni siquiera estuvo en la banca de suplentes. 

El técnico Comesaña no lo convocó para que jugara el partido más importante del Junior este año.

Mientras El Loco ni siquiera era suplente, Miguel Ángel Borja lloraba en la cancha del Palmeiras cada uno de los goles que le hacía a su Junior del alma. Anoche Borja fue un goleador triste. Y con toda razón.