La crisis económica que atraviesa el Parque Cultural del Caribe, luego de diez años de haber sido inaugurado, refleja la precaria situación de buena parte de los escenarios culturales de Barranquilla.
Aunque cada uno de los casos amerita un análisis particular, lo cierto es que ninguno de dichos escenarios vive su mejor momento.
El más emblemático de todos, nuestro querido Teatro Amira De la Rosa, sigue cerrado y a la espera de que el Banco de la República materialice su intención de permitir su intervención para ponerlo de nuevo a disposición de la ciudad. La Alcaldía, sin embargo, ya anunció que muy pronto El Amira volverá a abrir sus puertas.
El Museo Romántico también vive momentos críticos y todos los años se escuchan voces que hablan de un posible cierre, algo que por fortuna nunca ha ocurrido y esperamos que jamás suceda.
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Cuando parece que su cierre es inminente siempre aparece un alma bondadosa que hace un aporte generoso y el Museo logra superar el difícil momento.
El edificio de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico también navega en las tormentosas aguas de la incertidumbre. Su suerte tampoco está definida.
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Y ahora nos topamos con la noticia de que el Parque Cultural del Caribe, complejo del que hace parte el Museo del Caribe, necesita con urgencia 3.000 millones de pesos para seguir operando y poder realizar obras de mantenimiento que permitan mantener sus puertas abiertas. Ese dinero es la deuda acumulada desde que abrió sus puertas hace una década.
El Parque Cultural del Caribe es la apuesta más importante de Barranquilla en materia cultural en los últimos años. Es orgullo de la ciudad, de la Región y del país.
Pero a nadie parece dolerle su suerte. Si les doliera, o nos doliera, no estaría pasando las afugias económicas que vive.
Sus tres principales mentores, la Gobernación del Atlántico, la Alcaldía de Barranquilla y el Ministerio de Cultura, deben hacer un gran esfuerzo no sólo para conseguir los recursos que se necesitan con urgencia en estos momentos, sino, sobre todo, garantizar aquellos que permitan al Parque Cultural del Caribe mantener sus puertas abiertas por siempre.
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En un país con un presupuesto tan limitado, donde la cultura es vista como la cenicienta a la hora de repartir los recursos, también se requiere que quienes estén al frente de estos centros culturales suplan la falta de plata con exceso de creatividad.
Es decir, deben no sólo exprimir hasta el último peso, sino también inventarse fórmulas que les permitan mayores ingresos. No hay de otra.
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La comunidad, por su parte, debe apropiarse del Parque Cultural del Caribe, debe hacerlo suyo, debe disfrutarlo y debe gozárselo, los colegios, escuelas y todos los centros educativos de Barranquilla, el Atlántico y la región Caribe deben incluirlo en su agenda cultural, para la realización de múltiples eventos.
Es así como se logra el sostenimiento de este tipo de obras, pues la cultura no es generadora de riqueza ni permite millonarios ingresos. Si todos y cada uno de nosotros aportamos un poco más de lo que nos corresponde, podemos estar seguros de que el Parque Cultural del Caribe mantendrá siempre sus puertas abiertas.
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