Así lo recuerda doña Regina Leonor Portillo, quien a sus cien años de edad asegura que ha salido cuatro veces desplazada junto con su familia, dejando todo para poner a salvo sus vidas.
Mamá Leonor, como cariñosamente la llaman en el albergue dispuesto por la Alcaldía de Samaniego para atender a los desplazados, dice que no entiende por qué el Gobierno los dejó solos.
"Al gobierno le digo que, ¿por qué nos castiga así al sacarnos de nuestra propia casa? Allá tenemos abandonados a los animalitos, que no sea tan bellaco", dijo Portillo.
Como ella, son más de 600 personas, entre las cuales hay decenas de niños, niñas, adolescentes, mujeres, hombres y personas de la tercera edad, que llegaron hasta el casco urbano de Samaniego huyendo de la guerra que se tomó sus veredas, caseríos y corregimientos.
Otros habitantes que pidieron no revelar su identidad por temor a represalias aseguran que nadie puede estar en los caminos veredales o las carreteras debido al miedo a los explosivos que fueron instalados por los grupos armados ilegales en confrontación para evitar el avance del ejército nacional.
Luego del Acuerdo de Paz entre las extintas Farc y el Estado colombiano, la zona montañosa de Samaniego vivía un momento de tranquilidad, hasta el pasado 2 de agosto, cuando comenzaron los enfrentamientos entre integrantes de las disidencias del Estado Mayor Central y guerrilleros del frente Comuneros del ELN, que ya cumplen más de cinco días.
Voceros de la oficina del alto comisionado para la paz aseguraron que hasta el momento no han recibido respuesta alguna sobre la propuesta que hizo el alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, para que los grupos armados en confrontación permitan una tregua de hasta 36 horas para ingresar ayuda humanitaria a los habitantes de más de 23 veredas que están confinados desde hace una semana debido a la intensidad de los combates.
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