Venezuela, una olla a presión a punto de estallar: editorial
La decadencia del socialismo del siglo 21 tiene entre la espada y la pared al Gobierno de Nicolás Maduro. La oposición reclama cada vez más con mayor vehemencia.
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La crisis política, social, económica y de inseguridad en Venezuela sigue avanzando como un tren sin frenos hacia lo que podríamos prever como un choque de inimaginables e incalculables proporciones entre el decadente y autoritario Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, que representa al 70 por ciento de los venezolanos que están en desacuerdo con la gestión del heredero de Hugo Chávez, con su socialismo del siglo 21 que cada día parece estar más agónico.
Mientras se acerca el día D, este miércoles 19 de abril, cuando se cumplen cuatro años del mandato de Nicolás Maduro, cada vez con menor gobernabilidad, la oposición ha convocado a todos los venezolanos que quieren un cambio de régimen a las calles para expresar su rechazo al que califican como un golpe de Estado del Tribunal Supremo de Justicia, aupado por el mismo Maduro.
Y la forma de responder de un nervioso, solitario e inseguro Maduro es mostrando en qué se han invertido miles de millones de dólares del petróleo, cada vez más escaso en uno de los países con mayores reservas de crudo en el planeta: miles de ancianos, discapacitados, madres cabeza de hogar y en general venezolanos humildes, desnutridos, con hambre, embutidos en unos lánguidos uniformes militares color caqui, y con fusiles, escopetas y otras armas, dispuestos, según Maduro, a defender la revolución.
La estrategia del chavismo es meterle pueblo oficialista a la defensa de su gobierno, para que a la comunidad internacional se le dificulte tomar decisiones sobre eventuales intervenciones o exigencias a Miraflores.
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Es tan delicado lo que pasa en Venezuela que en las últimas horas Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay, condenaron el asesinato de seis opositores durante las marchas contra el gobierno, piden a Maduro garantizar que las manifestaciones de este miércoles se cumplan sin contratiempos, así mismo, exhorta a Miraflores a que revele un cronograma electoral como válvula de escape a la olla a presión que está a punto de estallar.
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Y mientras el mundo sigue minuto a minuto lo que pasa en Venezuela con las amenazas de Maduro y Cabello, con la militarización de las calles y las capturas sumarias, en Colombia, el éxodo de venezolanos ya adquiere proporciones preocupantes ante la falta de mecanismos efectivos de acogida de esta población.
En Chinácota, Norte de Santander, por ejemplo, se dio un fallo judicial de enorme trascendencia cuando la Corte Constitucional amparó el derecho al trabajo de un grupo de trabajadoras sexuales provenientes del vecino país y por eso ordenó a las autoridades migratorias que les expidan permiso de trabajo en Colombia.
Ese es solo un ejemplo de la crisis que hoy más que nunca requiere que el mundo esté enterado de lo que pasa adentro de Venezuela y, sobre todo, que no se olvide que una parte importante de 30 millones de habitantes de ese país no tienen comida, medicinas ni medios libres, ni democracia, hoy disfrazada con la máscara de terror de la decadencia del socialismo del siglo 21.