¿Cuáles han sido las alternativas de los damnificados en Mocoa?

En Mocoa se respira un ambiente de incertidumbre. La gente ha buscado la manera de generar ingresos y distraerse de los pensamientos de dolor que vienen al recordar el momento en que los ríos Sangoyaco, Mulato y Mocoa se llevaron sus sueños, sus casas y sus familiares hace exactamente un año. 

-Criar animales:

Blu Radio visitó varias viviendas de los damnificados que optaron por transformar sus terrenos en pequeñas granjas donde construyeron galpones para criar pollos, gallinas, cuys, entre otros animales que venden a bajo precio; la comida es para nada despreciable un año después de la tragedia. 

Es el caso de Wilson Helpud, María Aida Portilla y Elvia Guzmán. Blu Radio visitó sus viviendas y cada uno se esfuerza abonando el terreno y alimentando sus animales. La situación no es fácil teniendo en cuenta que Wilson y Elvia son de la tercera edad y las labores exigen de gran esfuerzo. En el caso de María Aida, es el único sustento para sacar adelante a su última hija que quiere ir a la universidad.

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-Artesanías, labores manuales: 

Rosa María Erazo del barrio San Miguel se dedica a fabricar sombreros iraca junto a su familia. Nunca pensó que haría esto para sobrevivir ya que fue el pasatiempo que les enseñó su madre a ella y sus hermanas cuando eran niñas. 

Como ella, varios habitantes de Mocoa han optado por fabricar manillas, collares, bolsos e incluso jabones para vender a los turistas que visitan “el fin del mundo”, reconocida atracción turística o incluso a los que llegan hasta Mocoa para ver cómo está el municipio. 

-Cocinar: 

Jairo de 55 años vende jugo de caña de azúcar. Gana un promedio de $70.000 cada cuatro días y sus ventas aumentan cuando hay casos de dengue en el municipio, ya que la caña tiene propiedades que combaten los síntomas. 

Artemis Ramírez tiene 34 años y cuida de sus cinco hijos, incluyendo a Arbey que está en condición de discapacidad hace 18 años. Vive en la Vereda San Antonio, al occidente de Mocoa, donde se dedica a hacer helados y atender una pequeña tienda. “Todos los que se chupan uno de mis helados me dice que son buenísimos, quedan con ganas de repetir”, dice. 

Las ganas de salir adelante de los habitantes de Mocoa son evidentes; aseguran que el que se queda esperando que el Gobierno cumpla “se muere de hambre”, por lo cual el empuje, sumado a la diligencia, han sido la fórmula ideal para mantener a sus familias un año después de la tragedia.