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La deportación de 603 colombianos que estaban privados de la libertad en Ecuador y que ingresaron al país por la frontera con Rumichaca generó tensión entre el presidente Gustavo Petro y su homólogo ecuatoriano, Daniel Noboa. Aunque las diferencias parecían resueltas con la asistencia del mandatario colombiano a la posesión de Noboa, este nuevo capítulo desató una nueva crisis.
“Hoy, cuando nos humillan, cuando a colombianos en otros lugares del mundo los quisieran tratar como esclavos, como gente inferior. Los han montado en aviones con cadenas, tratados como criminales. Ahora vemos en la frontera del Ecuador lo mismo: deportados, y se les prohíbe la entrada por 40 años. Y si quisieran volver, serán tratados como objetivo militar. Como si aquí no hubiera pasado Bolívar (…) Tenemos que enorgullecernos y jamás bajar la mirada. Tenemos más derecho que cualquiera de vivir en cualquier lugar de América. Gente que llegó hace menos de un siglo se atreve a echarnos. No tienen legitimidad ante quienes hemos vivido acá hace 20 mil años”, dijo el mandatario desde Santa Marta.
Para la Cancillería, este es un acto unilateral. Mauricio Jaramillo, vicecanciller, pidió al Gobierno de ese país que las nuevas deportaciones sean coordinadas.
Migración Colombia calcula que al menos 1.000 connacionales más llegarán al país en los próximos días. La mayoría de los colombianos que han llegado son hombres, y un pequeño grupo, mujeres.
Cabe mencionar que en 2024, el Gobierno de Noboa ya había expresado su intención de entregar a Colombia 1.500 presos colombianos que estaban en sus cárceles. Esto fue, en su momento, calificado por el entonces ministro de Justicia, Néstor Osuna, como un hecho que rompía el tratado de repatriación de presos que tienen ambos países.
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