Quibdó, en cuidados intensivos: murió la chocoana de 105 años
Luego de buscar por varios días una cita médica y tener una caída en su casa, la mujer más anciana de la ciudad murió, pero no sin antes padecer con la tragedia de una sala de urgencias.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
“Hoy tenemos en ese carro fúnebre a nuestra abuela. Mañana puede ser un familiar de ustedes. Por favor póngase la mano en el corazón y sean más humanos con el sistema de salud en el Chocó”, dice el hombre señalando el vehículo que horas después transportaría a su familiar desde la funeraria al cementerio.
Fue el martes 4 de febrero cuando Juan Carlos Garcés grabó un video con su celular en el que relataba que, desde hacía varias horas, esperaba por una atención precisa a su abuela María de los Santos Padilla, quizás la más longeva de todo Quibdó. Una señora de 105 años, que, aunque con los achaques que cobra el tiempo, aún se movía, se levantaba, iba a la cocina, al baño, caminaba por su habitación en el segundo piso de su casa.
Pero ese día en la mañana, su equilibrio no fue el mejor y al levantarse se cayó. Sus huesos, débiles, producto del deterioro del reloj biológico, sintieron un fuerte golpe. El fémur de una de sus piernas se fracturó.
Sus nietos salieron corriendo hacia el centro médico habilitado por su EPS, pero allí siguió la tortura en la sala de urgencias. Un suplicio que arrancaba días atrás cuando su nieta María buscaba que le asignaran una cita médica para revisarle unas masas que tenía en el cuello, justo debajo de las orejas.
“Fuimos a la EPS Comfachocó tratando de lograr una cita porque las dan únicamente telefónicas. Le di los números de teléfono a mis hermanos para que ellos desde donde estaban también insistieran, haciendo como decimos vulgarmente, una minga, para ver si lo lográbamos, pero eso no fue posible”, relata la mujer, en un testimonio similar al que se ve permanentemente en noticieros de televisión.
“¡Pero como está vieja y más cerca del otro lado que de este, no importa!”, se escuchó a una persona que oía la conversación. Eso es el ejemplo de lo que sucede en gran parte de la población colombiana: centros médicos que dilatan la asignación de citas, filas extensas de personas que madrugan para lograr una x en el calendario para que les revisen sus dolencias, intrincados procedimientos para que un especialista aparte un espacio y les pueda programar una cirugía, que, en algunos casos, es omitida y convertida en simples tratamientos menos costosos para el sistema. Ahí otro problema, los mismos medicamentos genéricos y la “briega”, para que sean entregados.
Publicidad
“Acordamos llevarla a un médico particular, por cuenta de nosotros. La doctora se preocupó por esos troncos que tenía y le mandó una radiografía. El viernes la hicimos diagnosticar donde el doctor ‘Chucho’, dice que al parecer había que hacerle una tomografía. Nos preocupó y seguimos en los procesos, pero de forma particular”, cuenta su nieta.
Un día antes de su muerte, como lo relata su nieto Carlos, la situación se tornó compleja.
“Llegamos en la mañana a urgencias y como a las cuatro de la tarde vi que no la habían pasado a una camilla, entonces me indigné y tomé el video para que vean la forma infrahumana con la trataban a los pacientes en Comfachocó. Lo mandé a la red porque me indigné, no porque sea mi abuela, sino porque es un ser humano y había mucho paciente ahí. Ese día había cuatro camillas y más de cuarenta pacientes en urgencias, además, una muchacha tirada en el suelo”, narró.
Publicidad
Nos acercamos a la sala de urgencias y a los espacios donde los pacientes buscan sus autorizaciones y demás. Las sillas son insuficientes, los pacientes de Comfachocó aguardan ubicados donde pueden, incluso, en tablones de construcción que están en el pasillo, las madres con bebés de brazos están ahí, sentadas, y en la entrada del lugar, arrumes de escombros buscando les den una cita.
María de los Santos fue bautizada así porque en 1914, cuando iniciaba la Primera Guerra Mundial, nació el 1 de mayo, Día de los Santos, pero ni por tenerlos a su lado pudo seguir viviendo. Este es el auxilio de su nieto.
“El señor se la llevó, no la atendieron como queríamos, pero ojalá esto sirva para que no se mueran más usuarios de esa EPS y que por Dios sean humanos los que la manejan y atiendan a los usuarios mejor. Es indignante la forma en que la vimos en una silla de ruedas, agobiada porque no había cómo acomodarla siquiera en una camilla para que pudiera poner su cuerpo. Ya se nos fue, se murió y listo”, mencionó.
Ella es el ejemplo de lo que sucede en una ciudad donde la atención en salud está en cuidados intensivos. Aunque BLU Radio consultó con personal de la EPS, nos dijeron que se le prestó atención. Quizás fue tarde, quizás su edad no fue tan prioritaria, pero sin duda, el mayor dolor es que los problemas en el sistema trascienden a otras esferas más altas.