Su ensañamiento fue producto de sadismo personal: Ingrid Betancourt a las Farc
La exministra cuestionó fuertemente la versión de Farc ante la JEP y relató la crueldad y la violencia a la que fue sometida en cautiverio.
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Luego de conocerse a través del diario El Espectador apartes de la versión que la Farc entregó a la Jurisdicción Especial Para la Paz respecto al secuestro de la exsenadora Ingrid Betancourt, la entonces presa de la antigua guerrilla envió una carta dirigida a la magistrada Julieta Lemaitre en la que le expresa, en 13 puntos, varios cuestionamientos.
De un lado, criticó la responsabilidad del delito de las Farc al presentar el secuestro como una actividad regulada por ellos mismos y dijo que los castigos a los que fue sometida fueron mencionados de manera parcial y que la versión es acomodada para hacer que la responsabilidad recaiga en las víctimas.
Betancourt dice que no le corresponde a las Farc expedir certificados de buena conducta sobre sus víctimas. Asimismo, cuestiona el uso del término “retención”, a lo que considera que en verdad se trata de un secuestro, pues explica que es resultado de un acto violento y delictivo de usurpación de vida.
“¿Acaso en una investigación por asesinato la justicia le cambiaría la denominación al delito refiriéndose a una investigación por suspensión de actividad física permanente mientras se condena al criminal?”, se pregunta en la carta.
Además, calificó su secuestro como una apropiación de las Farc como un escudo militar, una “moneda de cambio y una plataforma mediática”. Sugirió que aún lo siguen haciendo para que sus comportamientos sean justificados ante la JEP, mientras que relata que el mayor peligro no era la selva, sino la violencia y lo que consideró una decisión de matarla si era necesario.
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“Pretenden presentarse como una organización que escuchaba y atiende las solicitudes de los secuestrados. La verdad es que estábamos en manos de hombres y mujeres perdidos en la selva, sin Dios ni ley, que hacían con nosotros lo que les parecía (…). Con excepción de Joaquim Gómez, quien mejoró nuestras condiciones de cautiverio por unos meses, el secretariado llevaba una contabilidad fría y deshumanizada de nuestras vidas, cubriendo sistemáticamente los desmanes de su tropa, así como lo hacen hoy con este relato”, relata.
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Asimismo, en la misiva, Betancourt describe las formas inhumanas de su cautiverio, la presión que le ejercían con insultos, violencia y abusos, que, según contó, estuvieron presentes hasta el último día de cautiverio.
“Obligarme a hacer las necesidades frente a un guerrillero, como explican ellos, para impedir mi fuga, es una justificación inaceptable. La razón era otra y revela la gravedad del delito y su complejidad psíquica: la complacencia en el odio, la sed de dominación, el machismo, y la estimulación grupal del sadismo”, agrega.
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Según las versiones, las cadenas que le pusieron eran para “prevenir incidentes”, pero también eran un peligro, pues relata que cruzar caños sobre troncos resbaladizos se volvía en una “obsesión con el castigo” para quebrarlos psicológicamente.
“Dicen que las cadenas las retiraban. A los secuestrados militares y a mí nos mantuvieron encadenados durante años. No era una medida esporádica, John Fran Pinchao duró meses limando sus cadenas, cuando lo rescataron, todavía le colgaban al cuello (…). Dicen que me aislaron para que me cuidaran guerrilleras mujeres y que me reunieron al grupo por solicitud mía: no solicitaron ni aceptaron mi opinión. Hicieron conmigo lo que les pareció, sin importarles ni mi sufrimiento ni mis súplicas”, relata.
“Mencionan los nidos de Congas. Efectivamente me hicieron dormir encima de nidos burbujeantes de hormigas mortales. Dicen ellos que ocasionalmente sucedió porque por las noches no las podían detectar, pero aún en la oscuridad se ven brillar, se sienten y se oyen las caudales de bichos crujiendo al moverse”, menciona.
“La verdad es que las buscaban de día —por orden del comandante— para obligarme a permanecer encima de ellas. Su ensañamiento fue producto de un sadismo personal combinado con fanatismo ideológico en un espacio humano donde la arbitrariedad de los fusiles hacía oficio de ley”, concluye.
Finalizó diciendo que en cuanto tenga acceso al documento de la comparecencia completo, procederá a hacer las observaciones a que haya lugar. Que aunque responder a esas declaraciones le implica retornar al pasado, hacen parte del deber de memoria y responsabilidad de las víctimas.