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Es difícil ser foráneo en Bogotá, pero con el tiempo valdrá la pena

Rápidamente entendí que Bogotá es una ciudad para todos, que tiene espacio para los que venimos de otras regiones. Su oferta cultural y su diversidad me hicieron vivir con felicidad esa etapa

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

Ayer vi en redes un video de un migrante venezolano que, desdeMonserrate , agradecía a Bogotá por todo lo que esta ciudad le ha permitido vivir. Decía exactamente: “Esta ciudad me acogió y me dio de comer cuando más lo necesitaba”. Sus palabras me hicieron reflexionar sobre mi propia relación con esta ciudad.

Llegué a Bogotá a finales de 1988, recién terminé mis estudios de filosofía. Venía a presentarme en la Universidad Javeriana para cursar Teología. Mi primer encuentro con esta ciudad fue impactante; era otra Bogotá: fría, gris, y con una manera de ser de sus habitantes muy distinta a la que yo estaba acostumbrado. Sin embargo, rápidamente entendí que Bogotá es una ciudad para todos, que tiene espacio para los que venimos de tantas regiones distintas. Su oferta cultural, su diversidad y sus dinámicas de vida me hicieron vivir con felicidad en esa primera etapa.

Desde 2014 volví a vivir aquí, y la he encontrado aún más acogedora y cordial; eso sí, trepidante y, a veces, caótica, pero siempre dispuesta a recibirnos. En Bogotá conviven muchas ciudades. Estoy seguro de que hay varias Bogotá y que en cada una de ellas puedo encontrar espacios donde ser libremente yo. Tres actitudes que me han ayudado a disfrutar de este territorio: 

1. Apertura a lo que ofrece: no puedo vivir quejándome desde la nostalgia de mi tierra natal. Debo abrirme con humildad y disposición para aprender de las relaciones y las experiencias que aquí se viven. Si uno se aferra al lugar de origen, termina amargado en cualquier otro sitio al que vaya. 

2. Respeto por lo diferente: no reniego de que algunas prácticas y rutinas de vida sean distintas a las mías. No juzgo, aprendo. Entiendo que en la diversidad hay riqueza, y eso me hace crecer.

3. Agradecimiento expresado en el cuidado de la ciudad: usarla sin amarla nos hace infelices. Debemos cuidar cada espacio público que nos pertenece tanto de manera individual como colectiva.

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 Espero que todos los que lleguen a esta ciudad sepan valorarla y cuidarla. Sí, Bogotá es de todos.

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