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Necesitamos un país en el que quepamos todos: opinión de Alberto Linero

No estoy de acuerdo con el juez décimo civil municipal de Cartagena, quien rechazó la solicitud de matrimonio civil de dos mujeres, por sus valores de fe.

376331_Alberto Linero // Foto: BLU Radio
Alberto Linero // Foto: BLU Radio

Soy creyente. Católico. He estudiado la Biblia durante los últimos 30 años de mi vida. Tengo unos valores cristianos que no estoy dispuesto a negociar, uno de ellos es que estoy seguro que Dios no hace acepción de personas. Así lo atestiguan varios textos del Nuevo testamento. Por eso evito comportamientos que hagan sentir marginadas a las otras personas por sus opciones de vida si legal y éticamente estas están en los códigos que nos permiten vivir en sociedad.

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Por eso no estoy de acuerdo con el juez décimo civil municipal de Cartagena, quien rechazó la solicitud de matrimonio civil de dos mujeres, por sus valores de fe. Exactamente él dice en su sentencia: “No puedo casar a dicha pareja del mismo sexo, porque es contrario a mi moral cristiana, va en contra de mis principios esenciales, cuando exista conflicto entre lo que dice la ley humana y lo que dice la ley de Dios, yo prefiero la ley de Dios, porque prefiero agradar primero a mi señor, Dios todopoderoso, antes que al ser humano”.

Entiendo que él está en el derecho de tener su propia fe y de actuar de acuerdo con ella, pero creo que no puede conculcarles un derecho a las otras personas en ningún momento, mucho menos cuando está ejerciendo una función pública y está representando al Estado. Allí debe velar por los derechos de todos sin importar la fe que expresen.

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Investigando con abogados, no cabe aquí la objeción de conciencia, porque está en un ejercicio público. Insisto en que así como el estado tiene que garantizar a los creyentes la posibilidad de ejercer su derecho a la libertad religiosa, también tiene que garantizar a todos su libre ejercicio sexual.

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Ya que tampoco aceptaría que un juez me discriminara por mis opciones de fe, no puedo compartir este tipo de decisiones. Tengo la certeza de que se da más testimonio de Dios desde el amor, la misericordia, el respeto por el otro y desde la inclusión, que de esa manera. Así como defiendo mi fe, creo que es necesario dejar a los otros ser, no tengo por qué imponerle las consecuencias de ella a nadie.

Necesitamos un país en el que quepamos todos. Uno en el que no dejemos que las diferencias nos vuelvan enemigos y nos hagan enfrentarnos. Estoy seguro que la fe tiene que ser una fuente de unidad, que no es uniformidad, ni mucho menos división y violencia.

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Escuche la opinión y la reflexión de Alberto Linero en Mañanas BLU:

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