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No puede ser que todos los años se tengan noticias tristes desde las corralejas

Llegó el momento que se tomen decisiones con este tipo de celebraciones.

Alberto Linero
Alberto Linero
Foto: BLU Radio

Estaba en una correría de evangelización en algunos lugares del departamento de Córdoba. Llegué a Pueblo Nuevo y como una muestra de aprecio me invitaron a una finca en la que habían preparado una pequeña corraleja para mí.

Algunos manteros de la zona estarían en el corral mostrando sus habilidades. Me contaron que así, nacieron estas fiestas tan importantes para estos conglomerados humanos. Dice el antropólogo Santiago Sembrano, que la primera corraleja conocida, se celebró en Sincelejo en honor a San Francisco de Asís, el patrono de esa ciudad, y que fue en octubre de 1845.

Siempre se celebra como una oportunidad de diversión y festejo, en un espacio cerrado por cercas de guaduas y madera, se suelta un toro bravo y algunos mantearos realizan las mejores piruetas posibles, mientras evitan que esto los en vista, en medio del jolgorio y del alicoramiento. También se lanza una multitud al ruedo y arranca esta liturgia de emociones trepidantes de sangre, dolor, risas y músicas.

Recuerdo el porro, el arranca teta, de Aníbal monterrosa, en el que se le canta a la fiesta de ese animal con cuernos. El toro era de ese señor, de Aníbal monterrosa.

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A mí personalmente no me gustan las corralejas, pero entiendo lo que ellas significan para las prácticas propias de algunos pueblos. No olvidemos que una ley del 2009 declaró patrimonio cultural de la nación la fiesta de corralejas del 20 de enero, en Sincelejo. Jairo Olivero me dice, la tradición se vuelve parte de la manera de ser de una comunidad, se vuelve parte de su idiosincrasia y lo que algunos ojos parecen ser algo no muy grato, para esa porción común es un suceso normal de su acontecer. En este caso particular, más bien de celebrar y de romper la cotidianidad. Todo ello no significa que ciertas cosas sean justificables, pero no se puede juzgar a una sociedad moralmente fuera de su ambiente cultural.

Hoy, cuando a partir de la desgracia del Espinal vuelve a estar en el ojo del huracán este tipo de celebraciones, llegó el momento que con sinceridad y firmeza se tomen decisiones. No puede ser que todos los años se tengan noticias tristes desde las corralejas.

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