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No todo debe ser público en las redes sociales para vivir auténticamente

El ser humano comparte momentos especiales de su vida en las redes sociales, sin embargo para conservar la intimidad hay que tener tres actitudes concretas: la humildad, prudencia y silencio.

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Alberto Linero
Foto: Blu Radio

A propósito de la necesidad que tiene el ser humano de interiorizar, de mirar hacia adentro y encontrarse consigo mismo, el papa Francisco, en la celebración de la ceniza de ayer, criticaba la tendencia actual de querer publicarlo todo. Expresó exactamente el Obispo de Roma: “Hasta las experiencias más trágicas y dolorosas corren el riesgo de no tener un lugar secreto que las custodie: todo debe ser expuesto, ostentado, entregado al parloteo del momento”. Aunque suelo postear constantemente en redes sociales: frases, escenas cotidianas y vídeos de reflexión, estoy convencido de que este tiempo de cuaresma es una buena oportunidad para entender que no todo debe ser público, ya que no todo interesa a los otros y, además, necesitamos conservar esas realidades en lo más íntimo de nuestro ser, porque son ellas las que nos permiten vivir auténticamente.

Para salvaguardar nuestra intimidad, necesitamos entrenarnos en tres actitudes muy concretas. En primer lugar, la humildad, entendiendo que no somos el centro del universo y que la gente puede vivir sin saber qué estamos pensando o haciendo. Debemos entender cuál es nuestro lugar en el mundo sin compararnos constantemente con los demás. Tras esas ansias locas de publicarlo todo está la creencia que somos necesarios para los demás.

En segundo lugar, la prudencia, recordando que cada acción tiene consecuencias y debemos analizarlas antes de actuar. Muchas veces, por el afán de compartir nuestros pensamientos, no meditamos en las repercusiones que nuestras publicaciones pueden tener. Hay muchos ejemplos de cómo algunos se han dañado su vida por un vídeo, una foto o una opinión publicada sin analizar bien las consecuencias.

En tercer lugar, el silencio. No siempre es necesario expresar lo que llevamos dentro; a veces, lo mejor es cerrar los ojos y hacer un viaje interior. Aunque en la sociedad actual parece difícil callarse, el silencio es necesario para encontrarnos con nosotros mismos. Creo que la formación espiritual de hoy pasa por educar en la interioridad, en el silencio y en la autoconciencia.

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