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Notas sobre el plan económico de Fajardo

Para Andrés Mejía, la propuesta económica de Fajardo "es sólida en objetivos pero débil en mecanismos".

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Andrés Mejía Vergnaud - Panelista de Mañanas BLU

Estuve leyendo la propuesta económica de Sergio Fajardo. No es mi intención ofrecer aquí una evaluación total o integral de la misma, ejercicio para el cual no estoy calificado. Quiero ofrecer solamente unas impresiones parciales sobre su orientación, y sobre algunos de sus puntos.

Mi primera impresión con la lectura, que fue confirmándose a medida que avanzaba, es que la propuesta es sólida en objetivos pero débil en mecanismos. Los objetivos identificados son plausibles, y en particular me gustó el que se diera prioridad a la productividad, incluso en la estructuración del documento. Pero en el desarrollo del mismo se echa de menos la explicación concreta de cómo se van a lograr los objetivos planteados. Abundan, por el contrario, expresiones que ya son cliché, estilo “Se profundizarán esfuerzos…”; “Apoyaremos la implementación…”; “Se fortalecerán…”; “Vamos a potenciar...”. Se crean comisiones y se programan varias reuniones. En resumen, se plantean objetivos y se dice que en su eventual gobierno trabajarán en pos de ellos, y ello se dice y se repite con expresiones como las antes citadas, que comunican más voluntad que estrategia.

Vea aquí: El país necesita pronto de la acción de los órganos de control: opinión Ricardo Ospina

Curiosamente, allí donde el programa económico es más sólido y detallado es en un punto que en rigor no pertenecería al tema: la lucha contra la corrupción. Y no me malinterpreten: sé que la lucha contra la corrupción es importante, y debe hacer parte de todo compromiso admisible de gobierno. Pero es ilusorio asumir que la lucha contra la corrupción va a producir por sí misma avances en cuanto a los objetivos propios de una política económica.

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Es cierto que con la corrupción se pierden recursos, y se afecta la calidad de la política pública. Pero ni siquiera la más exitosa de las estrategias contra la corrupción produciría resultados autónomos y tangibles en materias como productividad, exportaciones, empleo, y estabilidad macroeconómica. En esto el programa de Fajardo muestra una debilidad, que es confiarse demasiado en la lucha contra la politiquería y la corrupción. Este propósito debe ser central y fundamental en el próximo gobierno, pero mal haríamos al crear al respecto expectativas poco razonables: para los objetivos económicos concretos debería haber estrategias y herramientas concretas.

La falta de ellas se ve sobre todo en el capítulo sobre productividad. Hace bien Fajardo en identificar este como un objetivo central de la política económica. Como lo son también la diversificación productiva, y la mayor agregación de valor en la producción nacional. Pero en estos temas, la lectura del programa de Fajardo asemeja más bien una sesión de coaching, donde todo el énfasis se pone (y se pone superficialmente) sobre las prácticas empresariales y el apoyo que a las empresas daría genéricamente el gobierno (digo genéricamente, porque de nuevo es una sucesión de “fortaleceremos” y “apoyaremos”). No hay una palabra sobre las condiciones estructurales que impactan o inhiben la productividad, la diversificación, y el perfil de valor de la economía. Se siente uno como en esas conferencias donde dicen que la crisis es mental.

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Y hay aseveraciones o premisas que merecerían una justificación. Por ahí se culpa de la baja productividad colombiana a la “carencia de buenas prácticas de gestión y producción”. Me pregunto si hay un estudio que respalde esto; no estoy negando que sea cierto, no lo sé, pero semejante cosa solo se podría aseverar con apoyo en estudios rigurosos. También se habla de promoción del “teletrabajo” (cosa curiosa en un programa de gobierno). ¿Habrá estudios que muestren que esto es bueno para el país o para las empresas?

El programa pone un gran énfasis en la educación, y este énfasis es correcto, pues ella, junto con la ciencia y la tecnología, son imprescindibles para el salto en productividad que necesitamos. Parte del programa se ocupa de este tema, de nuevo sin mayor concreción en los mecanismos: no es concreto comprometerse así no más con una cifra de gasto en educación, sin explicar cómo se va a lograr. Y no estoy seguro de que despolitizar al Sena haga por sí mismo el milagro (aun cuando es necesario por otras razones). O prometer que Procolombia va a hacer lo que ya hace.

Tal vez la parte más enigmática es la final, donde se habla de temas fiscales y de estabilidad macroeconómica. Nuevamente, se pone excesiva confianza en los resultados fiscales que produciría la lucha contra la corrupción, e incluso parece haber cierta confianza implícita en que esa lucha va a ser fácil y va a rendir frutos desde el primer día. Pero me causó gran sorpresa el apartado que habla de cambiar las reglas para aprobar una reforma tributaria estructural. Supongo, porque no podría suponer otra cosa, que piensan proponer una reforma constitucional para cambiar el mecanismo de aprobación de las leyes tributarias. Esta es una propuesta tan peculiar que requeriría mayor desarrollo y explicación.

En el apartado de estabilidad macroeconómica no se dice nada sobre estabilidad macroeconómica. Que van a respaldar la independencia del Banco de la República, como si pudieran hacer otra cosa. Que van a crear una Comisión de Asesores; interesante, pero por sí mismo no dice nada. Y finalmente un “compromiso” sobre un “proceso de ajuste” (no dice cuál) para reducir la deuda pública.

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