
Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos siguen tensas, una semana después de la crisis diplomática causada por la decisión del presidente Gustavo Petro de “echar para atrás” a última hora, la autorización que ya se había dado para el aterrizaje en Bogotá de dos vuelos de aviones militares estadounidenses con más de 300 colombianos deportados por permanecer irregularmente en ese país.
Durante este fin de semana el presidente Petro insistió en su posición crítica contra el presidente de Estados Unidos Donald Trump por cuenta de su política de “mano dura” contra los migrantes irregulares: insistió en comparar la actuación del jefe de Estado estadounidense con el Holocausto de miles de judíos liderado por Adolfo Hitler y además advirtió que no recibirá nuevos vuelos de repatriación desde Estados Unidos, mientras los deportados vengan esposados, como ocurrió este jueves, en un vuelo civil que aterrizó en el aeropuerto El Dorado de Bogotá. Además, el presidente Gustavo Petro no descartó adelantar una consulta popular para preguntarles a los colombianos sobre las condiciones de deportación de los connacionales.
Mientras tanto, desde la Casa Blanca diferentes voceros aseguraron que luego de la crisis del pasado fin de semana, Colombia se comprometió no solo a recibir sin ningún tipo de condiciones a los migrantes deportados, sino que adicionalmente para resarcir el daño causado, había dicho que asumiría el costo de todo el proceso de repatriación de los colombianos deportados, incluido el envío de aviones. A propósito, la Fuerza Aérea reveló el viernes que los tres vuelos humanitarios efectuados la semana pasada tuvieron un costo de 2.200 millones de pesos.
Ante el cruce de versiones, en medio de una tensión permanente por el uso sin filtro tanto del presidente Petro como del presidente Trump de sus redes sociales, se suman varios elementos nuevos a la situación: la llegada de Laura Sarabia como canciller, en medio de la crisis, la designación como Vicecanciller de Mauricio Jaramillo Jassir, un académico de izquierda radical que entre otras cosas, considera que ni Venezuela ni Cuba son dictaduras.
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Adicionalmente, Colombia tendrá que afrontar decisiones de otros países que por distintos motivos terminaron cediendo a la agresiva política de deportación desde Estados Unidos: hoy se espera la llegada desde Panamá de un vuelo con colombianos deportados quienes habrían ingresado irregularmente por el tapón del Darién rumbo a Estados Unidos, deportación que contará con la presencia del secretario de Estado Marco Rubio.
Las relaciones entre Bogotá y Washington siguen siendo difíciles, a la espera de que el tiempo y la diplomacia permitan cicatrizar las heridas del episodio del pasado fin de semana. Colombia debe actuar con firmeza pero con diplomacia, pensando en los intereses generales y no con motivaciones políticas, porque lo que está en juego es muy importante para millones de personas.