Un columnista nos contó: “Mañana no es un día para que la pereza nos gane”
María Clara Gracia se refirió al trascendental día para los colombianos: la segunda vuelta presidencial.
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Soy de las personas que no se puede quedar con guardados, así que he tenido que aprender a decir lo que pienso, con el respeto que se merecen los demás y que yo también me merezco, y sobre todo con la responsabilidad que me asiste en mi labor como periodista, que es de lo primero que les quiero hablar para que quienes no conocen mi trayectoria profesional sepan de dónde viene lo que les voy a decir.
Soy hija de una familia de clase media bogotana que por la profesión y el trabajo de mi papá resultó creciendo en distintas regiones del país, viajando por todas las carreteras de Colombia en la maravillosa compañía de mi mamá y mis dos hermanos, no crecimos en clubes ni conectados con el poder, con gente influyente, pero tuvimos formación moral, educación y un gran ejemplo de trabajar por lo propio, por conseguir nuestros sueños desde la base de nuestro propio esfuerzo. Así llegamos a lo que somos hoy, como lo han hecho muchos de ustedes, desde sus propios intereses.
Soy diseñadora publicitaria y comunicadora social, periodista, entre otras cosas, Cuando iba un poco más allá de la mitad de esta carrera que ha sido mi pasión, el desastre de Armero y la toma del Palacio de Justicia en 1985 fueron el pequeño marco que me esbozó el camino profesional; que enfrentaría con un país lleno de gente hermosa, luchadora, intentando salir adelante, intentando sobrevivir en medio de desastres naturales.
Mis prácticas profesionales las hice al son de los atentados y asesinatos de soldados que, aunque sumarán cinco muertos, la noticia ameritaba un informe periodístico. Después tristemente nos acostumbramos y eso se volvió común con los asesinatos de los líderes de la Unión patriótica, que también se dieron por ese entonces ya en el ejercicio profesional.
Las cosas no cambiaron, más bien se fueron empeorando. Vino la temible época del narcotráfico con los carteles de Cali y Medellín con la figura más sobresaliente, Pablo Escobar, que mandó asesinar a hombres valiosos como Rodrigo Lara Bonilla, Carlos Mauro Hoyos, a quienes entrevisté y a quienes no fui ni capaz de ver las series de televisión por esa razón, por los miles de ciudadanos inocentes que cayeron en los atentados.
Puedo contarles muchas más historias, muchas me quedan por recordar, por traer acá la violencia jamás nos ha dejado en paz. en Colombia, muchos campesinos inermes asesinados y desplazados por un bando, por otro y por el otro.
De los desastres de nuestro país, su clase política, esa que la tecnología, los soplones mal pagos y también la labor de las autoridades, nos han permitido conocer todos los políticos que hasta hoy han robado este país, no solo en dinero, sino en salud, en calidad de vida, en derechos fundamentales, en dignidad.
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Esa, que creyó que jamás los colombianos nos enteraríamos, que podían seguir manejando al pueblo, a su conveniencia y que jamás se despertaría. No puedo decir que sean todos, pero sí muchos. Y cómo se despertó la población en lo que estamos viendo hoy, unas elecciones que quisiéramos no vivir, que, como decía una amiga, quisiera dormirme hoy y despertarme el lunes como si nada hubiera pasado.
Porque los jóvenes que hoy quieren cambiar este país, a quienes no hemos tenido el cuidado de contarles todos estos desastres, desde nuestras propias vivencias y como los enfrentamos, encontraron otra historia que otros quieren que escuche para su propia conveniencia porque quieren el mismo poder, pero con otro vestido, las mismas prebendas, pero con otro vestido.
La historia no va a mejorar y más bien seguirá empeorando. Hay que votar mañana, por lo menos hoy dejen las emociones a un lado y lean los programas de los candidatos y piensen con la mano en el corazón. Si eso que ofrecen es realmente realizable o es populismo puro y duro, mañana no es un día para que la pereza nos gane.
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