del siglo XIX, más precisamente un 31 de agosto de 1896.
“Hay muchos testimonios de cómo era la Bogotá de esa época, la ciudad era a mi modo de ver una de película de terror, era silenciosa, lleno de beatas con escapularios caminando por ahí a oscuras, no había colores, la gente con miedo, llena de basura muy parecida a esta Bogotá en la que la incapacidad de construir algo sin destruir otra cosa primero, desde ese momento esta eso.”, manifestó.
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Además, agregó que “esa Bogotá de 1896 tenía una hora en que la gente salía a mostrase, las 5 p.m., en la Plaza de Bolívar, que a propósito, los cronistas de la época, tienden a decir que las bogotanas eran feas pero las indias son bonitas”.
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La Bogotá de la actualidad se parece en varios aspectos a la descrita en la novela según lo afirma el mismo Ricardo Silva Romero.
“La Catedral y el Palacio de la Alcaldía estaban donde se encuentran en la actualidad, en el costado norte había almacenes, tiendas, restaurantes, muchas carrozas parqueadas en la plaza de Bolívar, locos que se lanzaban usualmente a dar discursos liberales, muchos campesinos, negros, indígenas, criadas maltratadas. Había clasicismo a morir, una elite muy parecida a la de ahora que percibía una Bogotá que quedaba en el mundo pero no en Colombia”, dijo Silva.
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