En el mundo existen muchos lugares misteriosos, pero pocos tan inquietantes como la tumba de Richard Leroy McKinley, ubicada en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia, Estados Unidos.
Aunque a simple vista parece una sepultura común, lo cierto es que acercarse a ella puede costarle la vida a cualquiera. Esta tumba se ha convertido en una de las más peligrosas del planeta debido a la radiación que emana, un legado de uno de los accidentes nucleares más trágicos en la historia de Estados Unidos.
¿Por qué la tumba de Richard Leroy McKinley es la más peligrosa del mundo?
La historia de Richard McKinley está marcada por el desastre ocurrido el 3 de enero de 1961 en Idaho, cuando el reactor nuclear SL-1 entró en un estado crítico.
Durante este incidente, una onda de presión provocada por el vapor generado en el reactor lanzó por los aires a McKinley y sus compañeros, John Byrnes y Richard Legg, matándolos instantáneamente. La explosión no solo acabó con sus vidas, sino que sus cuerpos quedaron expuestos a altos niveles de radiación.
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Los niveles de radiación de los cuerpos eran tan peligrosos que fue imposible realizar un entierro convencional. Para evitar la propagación de la radiación, los cadáveres fueron sepultados en sarcófagos de plomo, sellados al vacío y recubiertos por varias capas de protección.
En el caso de McKinley, su tumba, aunque aparentemente sencilla, contiene una compleja estructura diseñada para mantener aislada la radiación. Una bóveda de 30 centímetros de espesor protege su cuerpo, enterrado dentro de un ataúd sellado para siempre.
La razón por la que no puede acercarse a la tumba de McKiney
Aunque la tumba luce como cualquier otra en Arlington, acercarse demasiado podría ser mortal. El lugar está permanentemente custodiado para evitar que alguien se aproxime imprudentemente.
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La radiación que emite el cuerpo de McKinley aún hoy en día representa una amenaza letal, lo que convierte esta tumba en un sitio donde la muerte aún acecha, invisible e implacable.