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Evangelio de hoy: 27 de enero de 2024

Conozca el evangelio y la palabra de Dios de este sábado, 27 de enero.

44618_Jesucristo/Religión Foto: EFE
Jesucristo/Religión Foto: EFE

Evangelio del día


Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,35-41):
Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, cállate!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?»
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: «¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»
Palabra del Señor

Lectura del día


Lectura del segundo libro de Samuel (12,1-7a.10-17):
En aquellos días, el Señor envió a Natán a David.
Entró Natán ante el rey y le dijo: «Había dos hombres en un pueblo, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchos rebaños de ovejas y bueyes; el pobre sólo tenía una corderilla que había comprado; la iba criando, y ella crecía con él y con sus hijos, comiendo de su pan, bebiendo de su vaso, durmiendo en su regazo: era como una hija. Llegó una visita a casa del rico, y no queriendo perder una oveja o un buey, para invitar a su huésped, cogió la cordera del pobre y convidó a su huésped.»
David se puso furioso contra aquel hombre y dijo a Natán: «Vive Dios, que el que ha hecho eso es reo de muerte. No quiso respetar lo del otro; pues pagará cuatro veces el valor de la cordera.»
Natán dijo a David: «¡Eres tú! Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías, el hitita, y matándolo a él con la espada amoníta. Asi dice el Señor: "Yo haré que de tu propia casa nazca tu desgracia; te arrebataré tus mujeres y ante tus ojos se las daré a otro, que se acostará con ellas a la luz del sol que nos alumbra. Tú lo hiciste a escondidas, yo lo haré ante todo Israel, en pleno día."»
David respondió a Natán: «¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo: «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás. Pero, por haber despreciado al Señor con lo que has hecho, el hijo que te ha nacido morirá.»
Natán marchó a su casa. El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y cayó gravemente enfermo. David pidió a Dios por el niño, prolongó su ayuno y de noche se acostaba en el suelo. Los ancianos de su casa intentaron levantarlo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos.
Palabra de Dios

Reflexión


Este pasaje del evangelio según San Marcos nos presenta un episodio en el que Jesús muestra su autoridad sobre la naturaleza al calmar una tormenta. Hay varias capas de significado en esta narrativa que pueden ser fuente de reflexión.

En primer lugar, la invitación de Jesús a ir a la otra orilla simboliza el viaje espiritual de la vida. Todos estamos en un viaje, y a veces, este viaje puede volverse tumultuoso, como las aguas agitadas de la tormenta en el pasaje. Sin embargo, Jesús nos asegura que nos acompañará en cada tramo de ese viaje, incluso cuando enfrentamos desafíos y dificultades.

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La tormenta en el mar representa las pruebas y tribulaciones que enfrentamos en la vida. A menudo, nos sentimos como los discípulos en la barca, con las olas que amenazan con inundarnos. En medio de las tormentas de la vida, la fe en Jesús nos brinda la certeza de que no estamos solos. Él está presente en nuestra barca, aunque parezca que duerme. A veces, en los momentos de mayor desesperación, puede parecer que Dios está distante, pero este pasaje nos recuerda que Él siempre está ahí, incluso cuando parece estar en silencio.

La respuesta de Jesús a la tormenta nos revela su autoridad sobre la naturaleza. Él habla al viento y al lago, y todo se calma. Esta escena nos invita a confiar en la capacidad de Jesús para traer paz a nuestras vidas, incluso en medio de las situaciones más turbulentas. La pregunta que Jesús hace a los discípulos, "¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?", nos desafía a examinar nuestra propia confianza en Él durante las dificultades.

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Finalmente, la reacción asombrada de los discípulos ante el control de Jesús sobre el viento y las aguas nos invita a contemplar la grandeza y la divinidad de Cristo. Reconocen que incluso la naturaleza le obedece. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Realmente confiamos en la autoridad de Jesús sobre las tormentas de nuestra vida? ¿Estamos dispuestos a poner nuestra fe en Él, incluso cuando parece que las aguas están a punto de inundarnos?

En resumen, este pasaje nos ofrece la consoladora verdad de que Jesús está presente en nuestras tormentas, tiene autoridad sobre ellas y nos llama a confiar en su poder, incluso cuando todo parece estar en caos.

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