Este es el Editorial de Ana Cristina:
"Alrededor de setenta mil firmas fueron recolectadas en una carta denominada el “Manifiesto de Constitucionalidad” con la cual representantes de colegios, iglesias y asociaciones de padres de familia se oponen a la Corte Constitucional por sus decisiones relacionadas con los derechos de la comunidad LGTBI.
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La misiva enviada al Ministerio del Interior, el Congreso y la Cancillería, afirma que la Corte Constitucional no les puede ordenar a las instituciones educativas y religiosas que modifiquen sus manuales de convivencia para incluir el respeto por la orientación sexual. Estas personas claman por que la única orientación sexual posible y aceptable sea la heterosexual.
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Con base en el caso de Sergio Urrego, estudiante gay que se suicidó hace dos años al ser discriminado en su colegio, la Corte Constitucional ordenó al Ministerio de Educación que revise todos los manuales de convivencia de los colegios del país para garantizar el respeto por la orientación sexual. El 15 de septiembre vence el plazo para examinar los 19.063 manuales que le faltan, es decir, el 79% del total.
De acuerdo con la argumentación del “Manifiesto de Constitucionalidad”, es necesario recordar cuatro detalles:
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Uno: cuando los firmantes de esta carta se refieren a la “colonización homosexual”, como si respetar la diversidad se tratara de una invasión de Marte, se equivocan: nadie ha insinuado ni exigido que todo el mundo sea gay. Solo se pide respeto por la diferencia en la orientación sexual.
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Dos: el Dios en cuyo nombre se escudan para discriminar a la comunidad LGTBI es el mismo que representa el Papa Francisco en la Tierra. “¿Quién soy yo para criticar a los homosexuales?”, dijo en una alocución pública hace menos de dos meses.
Tres: a la comunidad LGTBI no se le están “concediendo derechos”: al margen del género y la orientación sexual de las personas, todos somos ciudadanos colombianos. Solo esa categoría nos protege a absolutamente todos a la luz de la ley colombiana.
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La Constitución del 91 lo que hace es, precisamente, proteger a las personas que no entran en los rótulos convencionales y a las que están inscritas en las corrientes sociales dominantes.
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Cuatro: la Carta Magna, ley de leyes, está por encima de sus manuales de convivencia.
Lo más extraordinario del “Manifiesto de Constitucionalidad”, es que sus setenta mil firmantes clamen por los derechos contenidos en una Constitución que, por lo visto, ni siquiera han leído".