"Aquí huele desde el más ricachón hasta el más vaciado": microtráfico en la zona T
Conozca la radiografía del flagelo de las drogas en uno de los sectores más exclusivos del norte de Bogotá.
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Un hombre trafica drogas en el norte de Bogotá, mientras que un joven familiar suyo reconoce que consume lo que su primo le vende. Las historias tienen lugar en un exclusivo sector del norte de Bogotá.
La escena parece no tener nada fuera de lo normal. Fumando cigarrillo se encuentran dos jóvenes en una esquina del norte de Chapinero en Bogotá.
Uno, el mayor, es moreno, robusto y usa una gorra con el logo grande de una reconocida marca de automóviles. El otro, de baja estatura, tiene dos líneas particulares en su corte de cabello a ras que mezcla con una chaqueta verde con el dibujo de tazmania. Muy diferentes a las “pintas”, que se ven en los jóvenes y adultos que frecuentan en la zona prestigiosa de la capital, pero donde se encuentra de todo.
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“Pues a mí me gusta el ´crack´, socio. Yo fumo y como que me “visagea”, me marea 'reharto'. Eso lo acelera a uno, de momento yo probaba así, me pasaba un pacecito, y todo bien. De momento sabía amargo en la garganta, luego una vez me puse a echar mucho y sentía que todo el cuerpo me hormigueaba. Uno no puede dormir”, cuenta el más joven a quien llamaremos Duván.
Duván dice tener 18 años, sin un pequeño brote de barba en su cara, cuenta que no terminó la secundaria, y su vida en Bosa, donde vive, entre semana está en hacer remiendos y ayudar en obras con sus familiares.
“Una felpa, obviamente uno empieza con los parceros que lo conocen a uno y les dice, tome, pruebe lo que le traje que esto sí es chimba, que no es bicarbonato. Anote mi número y en ocho días hablamos, miércoles, jueves, viernes ya –Perro-, ¿Cómo es?, yo le levanto perico, del –propio-, me doy el lujo de venderla en 15, 12, ahí está la farra”, cuenta a quien llamaremos Johnatan.
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Él tiene unos 35 años, se pasea por las calles como Pedro por su casa, lo saluda aquí y allá, anda tranquilo, y es primo de Duván. De esa forma, llegó Duván cuando tenía entre 14 y 15 años a consumir no solo marihuana, sino lo que llama ´perico´, que es cocaína. Hoy, anda al pie de Johnatan, diciendo que parte de lo que gana se lo consume en drogas los fines de semana, e incluso, a su corta edad, ha robado para conseguirla.
-¿Cuáles son sus clientes?
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-Vea, parcero, aquí huele desde el más ricachón hasta el más vaciado, les gusta oler. Usted mira al marrano para venderle. Al más vaciado se la puedo dejar en 10, que es el socio, el parcero que dice no tengo, pero veo caras, y hasta en 20 lucas la he sacado. Me estoy ganando hasta el 100%.
-¿Qué otros negocios se ven en este sector?
Lo que pasa es que yo no trato de involucrarme en nada para que no se metan en lo mío. Hay un dicho y es muy cierto, entre menos sepan, más vive.
-¿Qué significa eso?
Que cada loco con su costal. Ni se meten en lo mío, ni yo en lo de ellos. Aquí pueden vender cualquier cosa, papi. Desde un fierro. En esta zona se consigue lo que quiera, desde que tenga plata. En Chapinero tiene que estar muy bien ´enganchado´, para conseguirlo.
- Si yo necesito un fierro, como usted le dice a las armas ¿Qué hago?
Eso no se lo voy a soltar tan fácil, y tampoco le digo quién se lo va a vender.
- Pero ¿Se consigue?
Sea en el norte, en el sur, se consigue desde que usted tenga plata.
Armas, otro blanco del negocio de la delincuencia que se refleja en el norte de Bogotá, y que según este personaje, cuya apariencia es la de uno de los más pequeños eslabones del negocio del microtráfico, es el juego en el que caen personas que vienen de diferentes lugares y que se mezclan entre bares costosos, tabernas de menor calidad o conductores de automóvil que paran en un semáforo y en cuestión de segundos hacen una transacción.
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