Dos adioses y un millón de gracias: editorial de Óscar Montes
Montes hizo una reflexión sobre la salida de Néstor Pékerman de la Selección Colombia y la revelación del Padre Linero.
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Uno de los momentos más tristes y dolorosos de la vida de un ser humano es cuando tiene que decir adiós. Decir adiós no es fácil porque implica tener que desprenderse de seres queridos y muchas veces de personas únicas e invaluables. El padre Alberto Linero, una persona a la respetamos, admiramos y queremos, decidió decir adiós al sacerdocio, para “vivir la vida de otra manera”, como lo dijera nuestro también querido juglar, Adolfo Pacheco Anillo en su obra “Me rindo Majestad”.
El adiós del Padre Linero es producto de una reflexión profunda, como lo admitió con absoluta claridad y honradez, ayer en Blu Radio. Es fruto de una meditación muy íntima y personal en la que busca encontrarse consigo mismo y con Dios, ahora de otra forma, con otras herramientas, con otro vestido, pero siempre desde el amor, la bondad y la misericordia.
Sus amigos lo acompañamos desde la oración y de todo corazón en esta nueva aventura que emprende en plena madurez de la vida, con su sonrisa franca, su espíritu alegre de hombre Caribe y sus palabras sabias y oportunas.
Pero ayer también dijo adiós José Néstor Pékerman a la Selección Colombia de fútbol, después de casi diez años de estar al frente del equipo. El profe Pékerman decidió dar un paso al costado para que venga otro entrenador a dirigirlo.
Al profe Pékerman muchas gracias por tantos momentos felices que nos regaló, como sucedió las dos veces que nos clasificó a los mundiales de Brasil y de Rusia.
Los seres humanos debemos ser agradecidos con quienes nos han servido. Agradecer es saber reconocer que otros nos han dado más de lo que merecemos. José Pékerman nos regaló a los colombianos muchas horas felices. Y eso es algo que no podremos olvidar jamás. Gracias profe Pékerman por hacernos creer en nuestras capacidades y por unirnos como país, arropados por una sola bandera: la de nuestra Selección.
A padre Alberto Linero y al profesor José Néstor Pékerman ha llegado la hora de decirles adiós. Pero sobre todo llegó la hora de decirles gracias. Que Dios les brinde a ellos -ahora con nuevos retos y en otros escenarios- la felicidad que con tanta generosidad nos regalaron. Adiós y gracias.
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