Selección Colombia, las ausencias pesan demasiado: editorial de Ley del Montes
Editorial de Óscar Montes en Vive Barranquilla
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Ese empate de ayer contra Uruguay en el Metropolitano Roberto Meléndez sabe a poco. Ni nos acerca a Rusia, pero tampoco nos aleja. Nos deja en esa zona gris y tibia donde seis equipos terminarán peleando con uñas y dientes uno o dos cupos para asistir al Mundial de 2018.
Arriba quedaron con un pie en Moscú, las selecciones de Brasil y Uruguay, que con muy poco han sabido obtener los puntos necesarios para asegurar su clasificación. El técnico de Uruguay, Óscar Washington Tabarez, sabe muy bien qué tiene que hacer para que el agua del río llegue a su molino: “Aquí no se trata de jugar bonito, sino de sacar puntos”. Así de simple.
Y ayer en el Metropolitano de Barranquilla, Uruguay vino a no perder y no perdió. Hizo tres disparos al arco de Ospina y metió dos goles. El temible Luis Suárez compró una parcela y pastoreó un par de vacas lecheras durante 93 minutos y cuando Óscar Murillo espabiló, pegó dos zancadas, le metió el lomo, lo lanzó al piso y sacó un derechazo que Ospina todavía se pregunta por dónde pasó ese balón.
¿Queríamos saber qué es la garra charrúa? La garra charrúa es exactamente lo que vimos ayer: pelear todos los balones con el cuchillo entre los dientes, meter siempre, morder si es necesario, no darse por vencido jamás y dejar en la cancha hasta la última gota de sudor. Así ha sido Uruguay toda la vida y ello les ha alcanzado para ser dos veces campeones mundiales de fútbol.
Colombia es otra cosa: Colombia es una Selección tibia, gris y plomiza, como esas tardes en las que es mejor quedarse en casa haciendo pereza. Colombia es Cuadrado haciendo amagues insípidos; es Bacca corriendo sin saber para dónde va, desubicado, como el novio al que acaban de dejar vestido de smoking en el atrio de la iglesia; es Macnelly suplicando a sus compañeros que se apiaden de él y le devuelvan balones y no totumos, cuando les pone un pase exquisito.
¿Qué decir de esta Colombia tibia y gris de ayer en el Metropolitano? No hay mucho que decir. Que las ausencias pesan demasiado. Que James debe volver para seguir soñando, que extrañamos a Falcao, tanto como Argentina añora a Messi; que queremos ver de nuevo a Teófilo.
De esta Colombia de ayer –tibia y gris- tenemos que decir que con lo que hay no es suficiente. Que con estos jugadores que vimos ayer nos quedarán faltando cinco centavos para completar el peso. Diremos que Ospina es humano y también se hace goles. Que queremos ver al Bacca original del Milán y no este Bacca clonado y correlón.
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En fin, del partido de ayer es mejor olvidarlo todo. Y lo primero que debemos olvidar es a ese tal Pitana, un árbitro mediocre, pusilánime, mañoso, acomodado y circense. Un remedo de árbitro que vaya uno a saber si le vendió el alma al diablo. Y sí se la vendió, sería bueno averiguar por cuánto.