Miguel, asegura que su familia nunca sospechó nada pues en el estudio siempre obtuvo buenos resultados y mantenía buenas relaciones interpersonales con quienes lo rodeaban.
“La gente piensa que uno está bien porque tiene buenas notas, tiene novia, y no presenta problemas”, dijo el adolescente quien agregó que “en la casa dejé de encontrar esa inspiración”.
Al respecto Martha Suescún Camacho, directora de la Fundación Libérate indicó que la permisividad de los padres puede llevar a que los adolescentes caigan en este flagelo.
“Lo más importante es un amor responsable, dar tanto puede ser peligroso, los chicos que están consumiendo es por padres que se exceden, hay que poner límites, poner disciplina, no le podemos decir a un hijo que diga no si no tenemos la capacidad de decir no al alcohol, a las compras, a las relaciones de maltrato”, dijo la especialista.
Por su parte, Camila quien consumía éxtasis y ácidos, señala que llegó al mundo de las drogas como una manera de liberación y aseguró que en su círculo social es algo muy común.
“Probé marihuana y no me gustó (…) cuando probé el éxtasis sentí un clic, dije esto es lo mío” dijo Camila, otra de las personas que pasó por Generaciones Blu.
“Yo en mi casa lo tenía todo, viajes, regalos, lo que fuera, siempre fui muy desbordada”, explicó Camila quien señaló que mientras consumía nunca la molestaron en su porque en la universidad siempre logró buenos resultados, situación que no permitía poner en alerta a su familia.
Ambos invitados coincidieron en señalar que la droga no era necesaria conseguirla en el Bronx o en la L, sitios reconocidos como ollas, sino que en sus mismos conjuntos residenciales, colegios y vecinos se podían adquirir lo que necesitaran.