¿Comprar o arrendar está más caro? Esta herramienta ahorraría millonarios gastos en construcción
El atraso en la adopción de BIM en Colombia está encareciendo la vivienda y los arriendos, con sobrecostos que terminan pagando los ciudadanos.
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Colombia atraviesa un momento decisivo para el sector de la construcción y, aunque no siempre sea evidente, ese rezago ya se refleja en algo muy concreto: el precio de la vivienda y de los arriendos. Más allá de la inflación o del valor del suelo, hay un factor silencioso que está encareciendo los proyectos: el atraso en la adopción de la metodología BIM.
Hoy, el país apenas alcanza un 52 % de implementación de BIM, cuando la meta nacional apunta a una adopción cercana al 100 %. Esa brecha no es técnica ni abstracta. Se traduce en sobrecostos que terminan pagando los ciudadanos cuando compran o arriendan vivienda.
Cuando BIM no se usa de manera adecuada, muchos errores aparecen en plena obra y no en la etapa de planeación, donde corregirlos sería más sencillo y menos costoso. Esto genera retrasos, reprocesos, desperdicio de materiales y gastos adicionales que se acumulan en el presupuesto final.
En la práctica, el atraso en la adopción de BIM implica:
Todo ese sobrecosto no lo absorbe el constructor. Termina reflejado en el valor de venta de una vivienda o en el canon de arrendamiento que pagan miles de familias.
BIM, por sus siglas en inglés (Building Information Modeling), no es solo un software. Es una metodología de trabajo digital para la construcción que busca reemplazar los planos tradicionales por un modelo tridimensional inteligente, en el que se concentra toda la información del proyecto.
Dicho de forma sencilla, BIM funciona como el “cerebro digital” de una obra. En ese modelo interactúan arquitectos, ingenieros, constructores y técnicos, todos trabajando sobre la misma base de información, lo que reduce errores y mejora la coordinación.
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En términos prácticos, BIM permite:
Cuando BIM no se adopta, según lo revelado por Graphisoft, ese ahorro potencial se pierde y se convierte en un gasto adicional que asumen los ciudadanos. El impacto puede verse de forma simple:
Esa diferencia no desaparece. Se traslada directamente al comprador o al arrendatario.
Con la obligatoriedad de BIM cada vez más cerca, el desafío ya no es solo técnico, sino económico y social. Acelerar su adopción es clave para construir mejor y más rápido, pero también para frenar el encarecimiento de la vivienda que hoy sienten miles de hogares en Colombia.