El sorprendente problema de salud que tienen los cargadores de carros eléctricos, según estudio
La Universidad de California en Los Ángeles encontró un nuevo problema de salud al momento de cargar un carro eléctrico.
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La expansión de carros eléctricos tanto en Colombia como en el mundo es innegable. Su avance va de la mano, y es potenciado de la justificación por buscar nuevas fuentes de energía renovables, mucho más amigables con el medioambiente, pero no todo es color de rosa.
Siempre se habla de la contaminación de las baterías de los carro eléctricos, pero un reciente estudio académico reveló un aspecto poco considerado de las estaciones de carga: su operación podría estar generando un tipo de contaminación del aire que plantea riesgos para la salud pública.
De acuerdo con la investigación de la Universidad de California en Los Ángeles, los cargadores rápidos de corriente directa (DC fast chargers) presentan un efecto secundario relacionado con la ventilación de sus equipos. Los ventiladores instalados en los gabinetes eléctricos, cuyo propósito es evitar el sobrecalentamiento, estarían levantando partículas provenientes de polvo, frenos y neumáticos en el entorno inmediato de las estaciones.
Este fenómeno convierte a los puntos de carga en una “fuente de contaminación del aire pasada por alto”, según lo calificaron los investigadores.
El estudio se llevó a cabo en 50 estaciones de carga rápida en el condado de Los Ángeles, la mayoría pertenecientes a la red de Tesla Supercharger. Aunque la compañía no respondió a la solicitud de comentarios, las mediciones permitieron identificar niveles de material particulado fino (PM2.5) superiores a lo esperado.
En promedio, la concentración encontrada fue de 15,2 microgramos por metro cúbico de aire, cifra ligeramente más alta que la registrada en estaciones de gasolina y considerablemente superior a la de otras zonas urbanas como parques.
Además, cerca del 50 % de los puntos analizados superaron las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recomiendan un máximo de 15 microgramos de PM2.5 por metro cúbico en promedio diario.
Los autores del estudio señalaron que la situación puede ser corregida si los operadores de estaciones incorporan sistemas de filtración en los gabinetes de carga. También recomendaron evitar la ubicación de estos equipos cerca de colegios o zonas residenciales, donde la exposición a contaminantes tendría un mayor impacto en la salud de la población.
“Queremos asegurarnos de que la adopción de vehículos eléctricos sea realmente limpia”, explicó Yuan Yao, coautor del estudio e investigador posdoctoral en la Escuela de Salud Pública Fielding de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
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Algunas compañías del sector aseguran haber tomado medidas frente al problema. ChargePoint Holdings Inc., que administra la red de carga más grande en Estados Unidos, indicó que actualmente exige una altura mínima en la entrada y salida de aire de todos sus cargadores rápidos para reducir el ingreso de polvo, agua o residuos.
“Estamos trabajando en la incorporación de filtros de aire en nuestros cargadores de corriente directa para disminuir aún más la probabilidad de que partículas sean expulsadas al ambiente”, señaló un vocero de la empresa.
Pese a los hallazgos, expertos subrayan que el riesgo de salud vinculado con los vehículos de combustión interna sigue siendo mucho mayor. Joe Allen, especialista en calidad del aire y profesor de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, destacó que las estaciones de gasolina son una fuente importante de compuestos orgánicos volátiles, entre ellos el benceno, clasificado como cancerígeno.
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Además, los automóviles a gasolina emiten contaminantes que forman smog y gases de efecto invernadero que agravan el cambio climático.
“Prefiero cargar un carro eléctrico que llenar el tanque de uno a gasolina”, puntualizó Allen, quien no participó en el estudio pero resaltó la necesidad de atender también las emisiones vinculadas con los equipos de carga.
Con la aceleración de la movilidad eléctrica, los investigadores advierten que no se deben pasar por alto los efectos colaterales. “A medida que se expanden las estaciones de carga, especialmente las rápidas, también debemos prestar atención a las emisiones que puedan generar”, concluyó Yao.