Las razones del Vaticano para no esparcir cenizas y preferir en la sepultura
Monseñor Ángel Rodríguez Luño, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, explicó los detalles del cambio de método en torno a las cenizas.
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Ante las nuevas prácticas tanto de sepultura como de cremación consideradas "en desacuerdo con la fe de la Iglesia", la Congregación para la Doctrina de la Fe ha redactado un nuevo documento con el nombre de "Instrucción Ad resurgendum cum Christo" respecto al anterior de 1963.
En el documento se explica que, aunque la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos, se acepta la cremación, pero se prohíbe esparcir las cenizas e incluso se podrá negar el funeral en el caso de que así se decida.
Monseñor Ángel Rodríguez Luño, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, explicó los detalles del cambio de doctrina en torno a las cenizas.
“La razón por la que se hizo esto es porque son numerosas Conferencias Episcopales de todo el mundo que han manifestado su preocupación ante estas prácticas y han pedido que se dé una orientación sobre ello”, manifestó.
Sobre las razones exactas por las cuales la Iglesia pide conservarlas en un cementerio o una iglesia, advirtió que son de diverso tipo.
“Esparcir las cenizas tiene un significado un poco panteísta, o sea que pone en duda un poco la fe en la resurrección, la iglesia prefiere que los cadáveres de los difuntos puedan ser objeto de la oración. Si quedan en casa, quizás la primera generación es gente que se ocupa de visitarlos y cuando pasa la primera generación se olvidan, se tiran o se quedan por ahí”, manifestó.
Sobre la preferencia en la sepultura sobre la cremación, puntualizó que “manifiesta más el ejemplo de Cristo, que fue sepultado y esperó la resurrección”.
Para la Iglesia, "la conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana".
Así, agregan, "se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y malos tratos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas".
Por ello, las cenizas del difunto, "por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente".