Fort Collins, Colorado se ha convertido en el epicentro de un fenómeno que parece sacado de una película de terror de serie B, pero es escalofriantemente real: conejos salvajes que desarrollan crecimientos negros y protuberancias similares a "tentáculos" o "cuernos" en sus cabezas y caras. Estos animales, ya apodados "Frankenbunnies" o "conejos Frankenstein", han provocado advertencias por parte de expertos para mantenerse alejados de ellos.
Residentes como Susan Mansfield de Fort Collins han descrito en medios como New York Post avistamientos impactantes, mencionando conejos con lo que parecían "púas o palillos negros sobresaliendo por toda la boca". Otro testigo habló de un animal con "un crecimiento con aspecto costroso en la cara". Estas deformidades, que pueden crecer con el tiempo, han generado asombro y preocupación.
Qué está causando esta extraña transformación en los conejos
El responsable de esta grotesca apariencia es una enfermedad llamada virus del papiloma de conejo de cola de algodón (CRPV), también conocido como el virus del papiloma de Shope.
Este virus provoca el crecimiento de tumores queratinizados alrededor de la cabeza de los conejos de cola de algodón, dándoles ese aspecto inquietante. Si bien los avistamientos más recientes son en Colorado, la enfermedad se presenta con mayor frecuencia en el Medio Oeste de EE. UU., y un caso en Minnesota en 2013 ya había causado revuelo viral.
Transmisión y riesgos
El virus se transmite principalmente por parásitos como garrapatas y pulgas, que lo transmiten a través de sus picaduras. Los conejos suelen infectarse en los meses más cálidos del verano.
Afortunadamente, para el público, hay buenas noticias: el Departamento de Parques y Vida Silvestre de Colorado ha declarado que no se sabe que este virus infecte a humanos o mascotas, por lo que no se considera una amenaza para la salud pública.
Sin embargo, para los conejos afectados, la situación es grave. Los tumores pueden crecer tanto que interfieren con su capacidad para comer, ver o incluso respirar, lo que a menudo lleva a que las criaturas mueran de hambre o infección. Además, algunos tumores pueden evolucionar a carcinomas de células escamosas, un cáncer de piel grave y potencialmente mortal.
Aunque no hay una cura conocida para el CRPV, en conejos domésticos, las protuberancias pueden ser extirpadas quirúrgicamente antes de que se vuelvan malignas. Los conejos salvajes, lamentablemente, no tienen esa opción.
Ante los frecuentes avistamientos de conejos con CRPV, los expertos en vida silvestre han emitido una clara advertencia: no se acerque ni manipule a ninguna de estas criaturas afectadas. La recomendación es observarlos desde la distancia.